viernes, 11 de diciembre de 2020

PROGRAMA 1316 DE VIERNES LITERARIOS / 11 DE DICIEMBRE 20202

 

 

PROGRAMA 1316 DE VIERNES LITERARIOS /

                         11 DE DICIEMBRE 2020 / 7 p.m. 

 

DESDE EL CENTRO DE OPERACIONES VL (COVIL)

 

 

I PARTE:

- RECITAL POÉTICO CON

JOSÉ MARÍA GAHONA, LLAMIL VÁSQUEZ, JORGE HORNA.

II PARTE:

HOMENAJE AL POETA NACIONAL JOSÉ SANTOS CHOCANO POR EL LXXXVI  ANIVERSARIO DE SU PARTIDA

____________________________________

     CONECTARSE A:  http://viernesliterarios.blogspot.com

 

 

PROGRAMA 1316 DE VIERNES LITERARIOS  

 

11 DE DICIEMBRE 2020

(CENTRO DE OPERACIONES / COVIL / LIMA-PERÚ)

MCMXCI/MMXX

 _______________________________________

EMPEZAMOS CON EL PENSAMIENTO DE LA SEMANA:

 

__________

 

“UN ERROR NO CORREGIDO A TIEMPO,

SE CONVIERTE EN DOS, CON TENDENCIA A MULTIPLICARSE”                                                                                                                     

______________________________________________________________________________________________________________________________________________________

EL RINCÓN DEL RECUERDO...

LIMA, 15 DE SETIEMBRE 2012, ENTREGA DE LA OBRA PICTÓRICA EN HONOR AL RECONOCIDO POETA NACIONAL “CHACHO MARTÍNEZ” DEL ARTISTA PLÁSTICO GODOFREDO PAJUELO, QUIEN TUVO LA GENEROSIDAD DE OBSEQUIAR AL PROGRAMA DE VIERNES LITERARIOS PARA SU CORRESPONDIENTE RIFA. EL ACREEDOR, EL DECIMISTA NACIONAL GERMÁN SÚNICO (+), A QUIEN SE LE HIZO ENTREGA EN SU DOMICILIO. LA DELEGACIÓN ENCARGADA DE HACER LLEGAR LA OBRA ESTUVO CONFORMADA POR RODOLFO MORENO, JOLA Y JUAN BENAVENTE.

__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

GALERÍA 2020…

FANNY PALACIOS IZQUIERDO / SONIA ESTRADA / CARLOS ALBERTO OSTOLAZA / ALFREDO ALCALDE / FRANCISCO QUIJANO MELÉNDEZ / EVER ARRASCUE / GUILLERMO NIQUÉN/ BRUNO PORTUGUEZ / HUMBERTO LOZANO TORRES / TEÓFILO VILLACORTA CAHUIDE / CARMEN IRIS BRAVO / WILFREDO SALAZAR GONZALES / QUISPEJO / ELSA MEJÍA CALLE / SAMUEL BUSTAMANTE / LENNIN VÁSQUEZ / ÁLVARO MENDOZA VILCA / CÉSAR MARTÍNEZ / ÓSCAR CORCUERA / ALBERTO QUINTANILLA / ENRIQUE GALDOS RIVAS / HERBERT RODRÍGUEZ…

 

OBRA:

BLACKLIVSMATTER / GEORGE FLOYD

 

ARTISTA PLÁSTICO:

GODOFREDO PAJUELO

 

_________________________________________________________________________

 

RECITAL POÉTICO

 

 

JOSÉ MARÍA GAHONA (Piura-Perú)

 

 

Autodidacto, ha publicado las plaquettes “Canción de los marginados” (1982), “Elogio a la madre” (1991), el poemario “Trasmnsparencias” (1995), “De Sol a Sol Girasol” (2008).

 

MUJER

Pronto seré un hombre nocturno

aquí están todas mis monedas de oro solar

desgástame el alma

róbame todos los besos que me quedan

bébete el rocío

que columpia de las ramas de mis ojos

nunca dirás que no te amé nunca

en un trozo de mi canto

te escribí muchas caras de amor

bajo la lluvia o sobre las madrugadas

cuando tú me hablabas sobre tus penas color violeta

y yo te ofrecía un rojo geranio de ternura.

 

 

VENCEREMOS

Venceremos la miseria

con el sudor de tu vestido

y mi camisa

con la fatiga de tu cuerpo

y mi cuerpo

Y del dolor sacaremos

limpia la vida

limpio el amor.

 

 

NUEVE

a José Miguel Montenegro Díaz

Nueve puertas se me han cerrado

Con la llave de mi ternura

con la llave de mi alma

con la llave de mi fe

con la llave de mi corazón

 

nueve puertas he abierto.

 

_______________________________________________________________________________________________________________________

 

LLAMIL VÁSQUEZ  (Lima-Perú)

Periodista y escritor. Estudió Comunicación Social y Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Es magíster en docencia superior por la misma casa de estudios. Ha publicado en el 2004 la plaqueta “Lilith” y es coautor de “Ultravanguardia, muestra poética”.

 

 

LA CALLE

El semáforo sigue en pie

Pero su sombra se quiebra en

Varios ramales que apuntan a diversas direcciones

No se si estoy en mí o en cada quien

Si estoy bien o mal es un acertijo

Que solo Dios o el diablo conocen

Solo los santos y los depresivos perciben

Lo corta que es la vida

Los santos se unen a Dios

Porque la vida es solo una justificación para derrotar al mal

Los depresivos luchan constantemente con el

Demonio. Son pocos los que vencen, pero

Viven con el miedo clavado en

El cuerpo.

 

 

TATUAJE

Cuando los ríos cuelgan de mi ventana

Un resquicio de la sabiduría de Dios se asoma

Te arrodillas y el bosque negro delante de tuyo aparece

Aparece ese gigantesco arbusto que arrolló a tu padre

Lanzándolo como un trompo cósmico

Hacia la nada. El grito ancestral de tu madre

Tatuó su logotipo en tu mirada. ¿Qué se puede hacer?

Solo rezar porque la espera y el miedo son siempre

Inevitables. El amor está ahí pero no en uno.

 

_________________________________________________________________________________________________________________

 

JORGE HORNA (Celendín – Cajamarca – Perú)

Profesor de educación primaria. Ha publicado los poemarios “Llueve a cántaros” y   “Árbol de atisbos”. De modo virtual ha publicados los textos de su libro “Labranza del agua”.

 

 

 POESÍA

 

Mi ser es un álbum,

en él anidan enracimados

los versos

 

En blanco están sus páginas,

montaraces firman sus nombres

los pájaros

 

Silvestre se teje mi fuerza

                            en un lienzo

ramos de corolas y espigas

se retratan a colores

 

En el alma están frescos

a flote los viveros

del color

la música

y la poesía

 

(De “Llueve a cántaros” / 1999)

 

 

 

AMOR DE MAR

 

No fue simple escudriñar

la arena escurridiza entre tus manos

               ni el vaivén de las lanchas

               en noble huida en altamar,

las olas, horas estancadas al borde de la noche

               tan sólo trajeron rumores,

               alas de los acantilados

 

Cuando los peces olvidaron

               sus elásticas osamentas

y los artesanos del agua

               sonreían a las peñas

               y a la espuma,

por la roca pulida de los días

               escapaba nuevamente tu silueta

 

Resignadas las aves guarecieron su vuelo

en los arrecifes danzaron los erizos y las estrellas;

               entonces, cuando todo era sólo

               intentos de añoranza,

               surgió la bruma

con el sigilo de tus pasos en sandalias,

esta vez el agua sí alcanzó a mis tobillos

y la sed antigua de orfandades

              fue aplacada

con los yuyos del amanecer

 

Nos amamos en tu ciudad de sal

desde las agallas granates de los pescados

             debajo de la sombra de los remos

con la alegría inmensa de vivir

             a un paso del mar

 

(De “Árbol de atisbos”  / 2008)

 

 

DESVELOS AMOTINADOS

 

El agua custodiada bajo una sola llave

en el alto secreto de las yerbas del campo,

su torrente derramado en el tiempo

por las jalcas el río Jadibamba

fluye desafiante al frío

 

en el valle llanguatino

el nítido compás de los peces shagame

 

en las orillas intemporales

de Huasmín y Sorochuco,

Conga,

serena media esfera donde cabe

el mundo espejo de los trigales,

la papa y los pastizales

que se enarbolan en la laguna El Perol

 

la cerradura de oro sólo pertenece

por decisión de los Apus

a los vigilantes que levantan en sus manos

entrecruzados colibríes y relámpagos

a cada instante en sus desvelos amotinados

 

(De “Labranza del agua”)

 

___________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

 

Presentación del Libro:     “CUARENTENEANDO”

de CARLOS ALBERTO VALDIVIA GÁLVEZ


CARLOS ALBERTO VALDIVIA GÁLVEZ  (Huancayo -  Junín – Perú)


 



Estudió  Ciencias Económicas en la Universidad Ricardo Palma. Desarrolló su labor en el Estado en la Oficina de Planificación del Organismo de Desarrollo de Madre de Dios, en la Oficina Departamental de Estadística e Informática de Lima, entre otros oficios que le permitió recoger a sus personajes. Actualmente integra el Taller de Literatura del Centro del Adulto Mayor en Pueblo Libre. Ha publicado “De Padre y Madre” (2018) y “Cuarenteneando” (2020). A continuación uno de sus relatos:

 

 

CABALLO NEGRO

 

Quién no conoce la feria de la cachina de objetos usados en el distrito de la Victoria, en el cruce de las avenidas Grau y Aviación. En 1970 concurrí por primera vez, llevado por mi amigo Edmundo Olivera Peralta, genial mecánico. En ese tiempo, Tacora, que así se llamaba, ocupaba solo una cuadra de la avenida Aviación, y se vendía repuestos y herramientas usadas; hoy, casi medio siglo después, ocupa más de cuatro manzanas, unas quince cuadras, lugar donde cientos de comerciantes ofrecen sus variadas mercaderías, no todas de buena procedencia, a miles de compradores, los domingos desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la tarde. Sin lugar a dudas, es la “madre” de todas las cachinas de Lima.

Con el transcurso del tiempo fue incrementando la oferta de productos, incluso comida y tragos, pero hay que tener valor, estómago y “currículum” para atreverse a saborearlos. Es un pequeño Perú, costa, sierra y selva; norte, centro y sur representados en una mezcolanza de edades, razas, sexo, condición social y nacionalidad; políticos, profesionales, artistas, poetas, deportistas, miembros del clero y hasta muchas reinas de belleza sin corona; gentes de buen y mal vivir, van en busca de antigüedades y objetos de valor. En dicho lugar puedes encontrar un reloj cucú alemán, un auténtico cuadro de un pintor famoso, un robot japonés de 1930, un tratado de medicina, una revista de “La pequeña Lulú”, una canica, un artefacto electrónico ultramoderno, la biografía de Pitágoras, el puñal de Pedro Navaja o las llaves de San Pedro.

El regateo, arte de comprar y vender, se luce como una clase magistral en cada transacción. Me siento a gusto en ese conglomerado variopinto de mercancías y personalidades. Durante las tres horas que dura mi incursión y travesía, me hallo como pez en el agua, me sumerjo, aíslo y sumo en ese mar humano, ora manso, ora bravo, interactuando con delfines y tortugas, y atento siempre a pirañas y tiburones que están al acecho, y suelto libre el cordel de mis pensamientos, recuerdos e inquietudes.

Un domingo, al acabar mi habitual recorrido, mi ojo de ajedrecista aficionado lo divisó, semiescondido, dormitando entre papeles, plásticos y fierros. Era un caballo de ajedrez, negro, de madera, manchado y deteriorado por el tiempo. Sentí su mirada y su pedido de socorro, convine en el precio con el vendedor, y por un nuevo sol lo adquirí para juntarlo al resto de fichas disparejas que poseo. Al llegar a casa lo limpié, pensando darle una capa de pintura, pero descubrí, con sorpresa y agrado, que su negrura era natural. Lo enceré, lo dejé como nuevo y lo coloqué como adorno encima de mi velador.

Echado en mi cama, antes de conciliar el sueño, me preguntaba y le preguntaba, creyendo que me escuchaba: “¿De dónde eres, caballito?, ¿cuál es tu origen?”. En una de mis noches de insomnio, creyéndome dormido, me transmitió su historia: procedía del África, de un fino ébano (madera muy apreciada), que fue llevada a Europa para la fabricación de instrumentos musicales, relojes y tallas pequeñas. Un noble suizo, a finales de 1800, mandó confeccionar un juego de ajedrez a un hábil artesano, quien le dio forma y vida, vida sosegada… En esos tiempos, el ajedrez, muy difundido y practicado por la nobleza, dio lugar a partidas en veladas tranquilas de amigos. Acabada la Primera Guerra Mundial, y a la muerte de su dueño, el juego fue donado por la viuda al club Sociedad de Ajedrez de Zúrich, uno de los primeros clubes de ajedrez del mundo, y allí sí tuvo actividad: galopaba diariamente, sin descanso, en las 64 casillas. Su lomo fue acariciado por manos de mentes prodigiosas, fue sacrificado, acorraló y fue acorralado por reyes enemigos, participó en miles de partidas, ganó, perdió y empató. Si bien fue diseñado para el combate y la guerra, en su madera de ébano vivía el alma del artista que lo talló, y ansiaba libertad, ya no gloria; ya no más saltos torcidos, no más jaques, no más mates, no más sacrificios ni celadas.

En una sesión de simultáneas, en abril de 1962, a más de cien tableros, en una de las bellas plazas de Zúrich, acabadas las partidas, tocado por Caissa, diosa del ajedrez, tomó valor e impulso, y salto fuera del tablero. Nadie se percató de su huida y fue recogido al siguiente día por Alfonso, un ciudadano peruano becado en Suiza, quien lo encontró camuflado entre las plantas del parque; lo conservó como amuleto y lo trajo a nuestro Perú. Así pasó de los Alpes a los Andes y fue quedando en el olvido. Una vez más, después de muchos años, su destino fue la calle.  En doscientos años pasó de la nobleza de Europa a la pobreza de la cachina de donde lo rescaté. Me parece imposible que vuelva a participar en otra partida, al menos no mientras esté en mi poder. En algunas noches, para calmar sus ímpetus y amainar sus pesares y los míos, le recito el poema de José Santos Chocano: “Los caballos eran fuertes… los caballos eran ágiles”…

Comentarios y punto de vista de sus relatos…

 

 

“CUARENTENEANDO” de Carlos Alberto Valdivia



Por Raúl Gálvez Cuéllar



Fue una alegría, un orgullo y un honor para mí, el haber sido requerido para trazar unas líneas a manera de preludio, en este bello libro de Carlos Alberto Valdivia Gálvez, que contiene relatos.

Valdivia Gálvez no podía escapar entonces de su destino de escritor. Prosista y de novel decimista. Cabe destacar en este contexto absolutamente intimista, la exactitud de las fechas, con lo cual el autor nos demuestra que siempre ha escrito, y que lo hacía muy bien desde niño, “rimense y villacampino”, como se define.

Leyendo este libro se advierte su riquísima experiencia, condición indispensable para ser escritor. No puede ser buen escritor quien no tenga muchas vivencias, y Carlos las tiene en exceso; y por esto mismo, al redactar en primera persona, autobiográficamente (nadie puede eludir su biografía), resulta un texto ágil y entretenido, pero sobre todo auténtico.

Este es un libro confesional, catársico si se quiere, de este literato por herencia, que sabe vivir con intensidad, hilvanando su raconto con puntadas de fina ironía y singulares metáforas en sus cuentos y poesías.

Y no podía ser de otro modo, tratándose de un escritor de raza, poquerista, billarista, sapero, ajedrecista, futbolista, buscador de oro, mecánico, automovilista, gallero, hípico, espiritista, coleccionista de herramientas, entre otras aficiones como viajero, cazador, enamorador y bohemio.

Valdivia Gálvez realizó estudios de Ciencias Económicas en la Universidad Particular Ricardo Palma, fue servidor del Estado en varios departamentos del Perú, y casado con su bella esposa Nancy Mego Aguirre en Madre de Dios, por haber tomado el “agüita de Tambopata”. Y para la ceremonia de su boda, nuestro autor se puso ...“la camisa de Ricardo, el pantalón de Ángel, la correa de Víctor, los zapatos de Jorge y el reloj de Carlos...

En esta interesante y amena obra podemos notar el amor, afecto y predilección que demuestra el autor por Cotahuasi, lugar de donde provienen sus raíces. Asimismo, guarda un cariño especial por los lugares en que le tocó trabajar y vivir. Mención especial para el distrito del Rímac, especialmente para el barrio de Villacampa donde transcurrió su niñez. Espero que disfruten, como lo hice yo, con la lectura de este libro.

 

 

 

LOS RELATOS DE CARLOS ALBERTO VALDIVIA



Por Juan Benavente




La literatura peruana, está cubierta de una serie de estilos y propósitos que permiten plasmar en blanco y negro los diversos aspectos que la vida nos ofrece. Tal es así, el caso del autor de este libro “Cuarenteneando” quien aprovechando la coyuntura, tuvo el acierto de ejecutar la idea y lograr el objetivo de publicar una serie de relatos, con la idea de sobrevivir el espíritu testimonial, coloquial y hasta anecdótico de la senda de acciones que privilegia la vida.

El ávido autor que quiere contarlo todo y para todos; pues sus relatos se pintan para ello. Los múltiples temas dicen de su escribidor, un pertinaz hombre de experiencias propias y ajenas que ha sabido matizar los momentos trágicos, frustrantes con la forma de saber sobrellevar cualquier situación difícil. Con los oficios desarrollados pues ha tenido una universidad encendida en el pecho y en la inspiración para hablar de la gallada, la familia  y de toda circunstancia que aflora sistemáticamente desde que empieza el día hasta el anochecer y curioso porque ya en la sombra de su vida y con el entusiasmo de haber descubierto la fuerza necesaria que impregna la literatura, haciendo inmortal el pensamiento bañado de sentimiento.

Carlos Alberto Valdivia Gálvez, que prosigue el camino de algunos familiares que han abrazado con ahínco y entusiasmo, las artes como Raúl Gálvez Cuéllar y Fresia Valdivia; respectivamente, le han trazado el camino para continuar ejerciendo ese espíritu creador y simbolizado en su personalidad el simpático relato de “Caballo Negro” que palmariamente da la impresión que es la vida de muchos y no solo del autor.

Son temas recurrentes que cotidianamente la vida brinda rescatando el testimonio como fuente de información y la serie de experiencias escritas de una manera ágil con un lenguaje directo, dibuja y desliza breves episodios con una dosis de cronista que da a conocer el aspecto socio-económico de aquel entonces y que nos rememora ese mundo que hoy nos parece lejano cuando se refiere al cambio tecnológico que dicho sea de paso también contribuye en un desenlace de seres que por el involuntario destino se apartaron. Empuña con energía la pluma para proponer su particular estilo ameno y refrescar al colectivo interés de entusiastas lectores y por qué no, verse retratado en su coloquial prosa.

_________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

A los 86 años de su partida…

HOMENAJE AL POETA NACIONAL JOSÉ SANTOS CHOCANO


Nació en Lima, el 14 de mayo de 1875. Sus padres fueron: José Félix Chocano de Zela y doña María Aurora Gastañodi de la Vega. Bisnieto de don Francisco de Zela, precursor de la independencia del Perú. Cursó sus estudios secundarios en el Instituto de Lima, dirigido por profesores alemanes, pero al poco tiempo se trasladó al Colegio de Lima, que dirigía Pedro A. Labarthe, donde fue condiscípulo de Clemente Palma. A la edad de 16 años, ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con la intención de formarse como abogado, sin concluirlo.

Es considerado uno de los poetas hispanoamericanos más importantes, por su poesía épica de tono grandilocuente, muy sonora y llena de color, aunque también produjo poesía lírica de singular intimismo, todas ellas trabajadas con depurado formalismo, dentro de los moldes del modernismo. Su obra se inspira mayormente en los temas, los paisajes y la gente de su país y de América en general. Su creación literaria obtuvo en el Perú un reconocimiento nunca antes visto; llegó a ser el literato más popular después de Ricardo Palma, aunque su ascendiente en los círculos literarios peruanos fue disminuyendo paulatinamente, en beneficio de otro grande de la poesía peruana, César Vallejo. No obstante, Chocano sigue siendo recordado por la mayoría de los peruanos como un gran poeta; algunos de sus composiciones como «Blasón», «Los caballos de los conquistadores» y «¡Quién sabe!…», son clásicos de las recitaciones hasta la actualidad.

Su infancia transcurrió en plena Guerra del Pacífico, cuando los chilenos ocupaban la capital del Perú. Cursó sus estudios secundarios en el Instituto de Lima y en el Colegio de Lima. En 1891, ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero no concluyó su carrera. En 1894 se inició en el periodismo, colaborando en el diario La Tunda, que se oponía al segundo gobierno del general Andrés A. Cáceres. Acusado de subversión, fue encarcelado en una celda submarina de la Fortaleza del Real Felipe. Tenía entonces 20 años. Salió libre tras el triunfo de la revolución cívico-demócrata de 1895 y gozó del apoyo del nuevo gobierno. Publicó sus primeros poemarios y editó periódicos y revistas en la imprenta del Estado. Luego recorrió América como diplomático y aventurero; se desempeñó en algunas misiones diplomáticas que le condujeron a CentroaméricaColombia y España. Durante su estancia en Madrid y dada su vinculación al movimiento modernista en torno al editor y librero Gregorio Pueyo, publicó su poemario Alma América (1906).

Separado del servicio diplomático al ser involucrado en una estafa al Banco de España, pasó a CubaPuerto Rico y México, donde fue secretario del jefe revolucionario Pancho Villa. En 1915 se trasladó a Guatemala, donde colaboró con el dictador Manuel Estrada Cabrera, lo que casi lo llevó ser fusilado en 1920 al ser derrocado este, salvándose gracias a la intercesión de muchos estadistas y escritores del mundo. En 1921 volvió al Perú y el gobierno municipal de Lima lo nombró poeta laureado, otorgándole una corona de laureles de oro en 1922. Se declaró amigo y simpatizante del presidente Augusto B. Leguía. Se convirtió en el panegirista de las «dictaduras organizadoras» del continente.

En 1925, asesinó de un disparo a quemarropa al joven escritor Edwin Elmore, luego de un altercado entre ambos en el local del diario El Comercio de Lima. Chocano salió en libertad a los dos años, pues el Congreso de mayoría leguiísta ordenó cortar el proceso judicial.

Se fue a vivir a Santiago de Chile, donde padeció penurias económicas. En 1934 fue asesinado en un tranvía por Martín Bruce Padilla, un esquizofrénico que afirmó haberse asociado con el poeta en la búsqueda de tesoros ocultos, pero al verse marginado de los supuestos beneficios de la empresa, optó por vengarse de esa manera. En realidad, Chocano no halló ningún tesoro. Fue sepultado en Santiago. Treinta años después sus restos fueron trasladados a Lima.

En 1894 se inició en el periodismo, colaborando en el diario La Tunda con creaciones líricas destinadas a criticar al segundo gobierno de Andrés A. Cáceres, en el marco de la revolución de 1894-1895. Acusado de conspiración, fue apresado y encerrado en uno de los aljibes (celdas submarinas) de la Fortaleza del Real Felipe, junto con el coronel pierolista Domingo Parra. Uno de sus custodios fue el entonces teniente Óscar R. Benavides, que después sería mariscal y presidente del Perú. Estuvo encerrado durante seis meses en medio de penosas condiciones, hasta que fue puesto en libertad, poco antes del triunfo de la revolución. ​

Pasó a ser secretario de Manuel Candamo, presidente de la flamante Junta de Gobierno, y de Elías Malpartida, ministro de Hacienda, en 1895. Ese mismo año obtuvo la concesión de la imprenta del Estado, donde editó simultáneamente sus dos primeros libros de versos: Iras santas y En la aldea. Tenía entonces 20 años. Al año siguiente publicó Azahares, colección de poemas amatorios. Estas primeras creaciones denotan la influencia del romanticismo tardío americano y europeo. De otro lado, dirigió provisoriamente El Perú Ilustrado y editó La NeblinaLa Gran Revista y El Siglo XX. Contribuyó a constituir la sociedad literaria «Enrique Alvarado». Auspició las primeras publicaciones de José FiansónClemente PalmaEnrique López Albújar, entre otros. Se dedicó a colaborar en casi todas las revistas del continente. Organizó el homenaje público al poeta Luis Benjamín Cisneros, ya anciano e invalido. Por entonces contrajo matrimonio con Consuelo Bermúdez y Velázquez, la musa inspiradora de sus primeros poemas (2 de febrero de 1897). Con ella tuvo tres hijos: Eduardo Adolfo (1897), José Alberto (1901) y José Santos (1903).

En 1897 partió a Chanchamayo, en la selva peruana, deseoso de tentar suerte en el negocio de la explotación de café. Fracasó en este menester y regresó a Lima, con el ánimo de «cultivar solo la poesía». De todos modos, su viaje al interior del Perú le permitió tener un conocimiento de su país que fue sumamente valioso para su creación poética. Por entonces publicó su poemario La selva virgen. En 1899 su poema épico La epopeya del morro ganó un concurso promovido por el Ateneo de Lima; ese mismo año publicó otro poema largo, El derrumbe (llamado después El derrumbamiento). En 1901 publicó El canto del siglo.

 En 1901 inicio su carrera diplomática cuando el gobierno de Eduardo López de Romaña lo envió a Centroamérica con la misión de hacer propaganda a favor del arbitraje obligatorio en la solución de los conflictos internacionales. Tras realizar su periplo centroamericano volvió al Perú, habiendo asegurado tres votos, de los cinco, para la causa del arbitraje obligatorio, que el Perú iba a proponer en el segundo Congreso Panamericano de México. El presidente López de Romaña lo nombró cónsul general de Centroamérica con sede en Guatemala. Allí gozó de la amistad del dictador Manuel Estrada Cabrera y ofició con éxito como mediador de un conflicto de límites entre Guatemala y El Salvador.

En 1904, el gobierno de Manuel Candamo nombró a Chocano como Encargado de Negocios en Bogotá. Por entonces acababa de producirse la independencia de Panamá y el gobierno peruano fue uno de los primeros en reconocer ese hecho, lo que le granjeó la animadversión de Colombia, país con el que el Perú mantenía un diferendo limítrofe. Era necesario, pues, restablecer los buenos oficios con el país del norte. Chocano tuvo éxito en su misión y logró que la cancillería colombiana aceptase someter la cuestión limítrofe al arbitraje del Rey de España. Pero a raíz de una desavenencia con los ministros de Estado de su país, renunció a su cargo en Bogotá y partió nuevamente hacia Centroamérica.

De vuelta en Lima, el gobierno de José Pardo lo nombró Secretario de la misión especial que encabezaba Mariano H. Cornejo para discutir los límites peruano-ecuatorianos ante el rey de España (1905). En su viaje a España pasó por Santiago de Chile y Buenos Aires, donde conoció a Bartolomé Mitre. En Montevideo tomó el barco que lo trasladó a la península ibérica. Allí hizo amistad con los más importantes escritores españoles del momento: Benito Pérez GaldósEmilia Pardo BazánMiguel de UnamunoJacinto BenaventeManuel Machado, entre otros. También entabló una cordial amistad con Rubén Darío, el máximo poeta latinoamericano de entonces e iniciador del modernismo literario. Por entonces, el mismo Chocano ya era un poeta reconocido a nivel del mundo hispanohablante. Su prestigio se acrecentó con Alma América (1906), libro prologado por Rubén Darío, donde condensó algunas de sus composiciones más conocidas y aludió a la vocación mestiza del continente. Ese mismo año publicó un drama en tres actos y en verso, titulado Los Conquistadores. En 1908 publicó otro poemario: Fiat Lux.

En Madrid conoció a la joven de alta sociedad, Dolores González, con la cual tuvo una hija, María Esperanza Chocano González (1907). Chocano permaneció tres años en España, hasta que tuvo que salir de allí apresuradamente, al verse involucrado en una famosa estafa al Banco de España, oscuro episodio en el que también estuvo enredado su compatriota, el escritor Felipe Sassone. Debido al escándalo, fue retirado del servicio diplomático.

En 1908 viajó a CubaSanto Domingo y Estados Unidos. Luego pasó a Centroamérica, a la que consideraba como su segunda patria. En Guatemala conoció a Margot Batres Jáuregui, distinguida dama guatemalteca, con quien se casó por lo civil en Nueva York, en 1912. De esa unión nacieron Antonio José (1913) y Alma América (1917).3

En 1912 pasó a México, donde hizo público su apoyo a la revolución mexicana y sirvió al presidente Francisco I. Madero, hasta que este fue depuesto y asesinado. El nuevo gobierno mexicano encabezado por Victoriano Huerta expulsó a Chocano, quien viajó entonces a Cuba, Puerto Rico y Estados Unidos. En Nueva York desempeñó misiones confidenciales al servicio del gobierno revolucionario de Venustiano Carranza.

Nuevamente en México, actuó también como secretario de Pancho Villa, a quien dio consejos acerca de la reivindicación agraria. Incluso llegó a participar en la toma de Chihuahua. Su entusiasmo por la causa revolucionaria mexicana fue innegablemente sincero.

Enemistado con los bandos mexicanos en disputa, en 1915 pasó a Guatemala, donde se convirtió en secretario y consejero del dictador Manuel Estrada Cabrera, en el poder desde fines del siglo anterior. Desde Guatemala, especialmente en 1918, envió poemas que fueron publicados con frecuencia en Lima, por el semanario de alcance nacional Sudámerica, de propiedad y bajo la dirección de su amigo el antiguo Cónsul General del Perú en Cádiz y en Ciudad Guatemala, el periodista Carlos Pérez Cánepa. Luego que Cabrera fuese depuesto en 1920, Chocano fue apresado y condenado a muerte, pero se salvó por intercesión del Papa, el rey Alfonso XIII de España, los presidentes de Argentina y Perú, así como varios escritores de América y Europa.

Envejecido y enfermo, Chocano convaleció en Costa Rica, donde conoció a Margarita Aguilar Machado, joven de 19 años, prima de su esposa guatemalteca. Surgió un apasionado romance entre ambos. Margarita sería la última pareja de Chocano, unión de la que nació el último hijo del poeta, Jorge Santos.

Chocano retornó al Perú en diciembre de 1921, después de diecisiete años de ausencia. Habían ya fallecido Manuel González Prada y Nicolás de Piérola, ídolos de su juventud, así como su protector, Javier Prado Ugarteche. En Lima recibió el entusiasta aplauso de las multitudes, la prensa y la intelectualidad. José Gálvez BarrenecheaLuis Alberto SánchezJosé María Eguren y César Vallejo fueron al puerto del Callao para recibirlo. Recibió el homenaje de la municipalidad limeña. Fue declarado «hijo predilecto de la ciudad de Lima» y se le brindó una recepción en el Palacio de la Exposición, donde se le ciño la frente con una corona de laureles de oro, otorgándosele el título de «Poeta de América» (5 de noviembre de 1922). A pesar de su egolatría, Chocano se mostró siempre cordial con los poetas que lo admiraban, como Eguren y Vallejo. Sobre este último incluso llegó a decir, hacia 1930, que apreciaba su poesía, según consta en una carta que dirigió al poeta y editor Pablo Abril de Vivero.4

En 1924 se celebró pomposamente en Lima el centenario de la batalla de Ayacucho y, para tal ocasión, Chocano escribió su «Ayacucho y los Andes». Por entonces llegó a Lima una importante delegación de intelectuales y escritores latinoamericanos como Leopoldo LugonesRicardo Jaimes Freyre y Guillermo Valencia. Como simpatizante del régimen de Augusto B. Leguía y amigo del dictador venezolano Juan Vicente Gómez, Chocano elogió públicamente a las «dictaduras organizadoras» de Latinoamérica; por su parte, Lugones afirmó que había llegado «la hora de la espada» para el continente. Estas declaraciones tuvieron una amplia repercusión en los diarios americanos. El escritor José Vasconcelos atacó desde México a Chocano, y lo calificó de «bufón». Como era de esperar, Chocano respondió a Vasconcelos, usando los más duros términos y haciéndole las más ácidas críticas. Un grupo de catorce intelectuales peruanos se solidarizaron con Vasconcelos y firmaron una declaración al respecto. Entre los firmantes se hallaban José Carlos MariáteguiManuel BeltroyLuis Alberto SánchezCarlos Manuel Cox y Edwin Elmore. Este último era un joven y fogoso escritor limeño, que presumiendo de «librepensador», se hallaba obsesionado con atacar al régimen leguiísta. No conforme con firmar la anterior declaración, escribió un largo artículo contra la dictadura de Leguía y sus partidarios, entre ellos Chocano, a quien calificó de «vulgar impostor». Dicho artículo debió publicarse en el diario La Crónica, pero ello no ocurrió al no pasar por el filtro del director; sin embargo, debido a una infidencia, el texto llegó a la vista de Chocano, quien enfurecido, llamó por teléfono a Elmore, preguntando insultantemente: «¿Hablo con el hijo del traidor de Arica» (alusión al padre de Edwin, Teodoro Elmore, un ingeniero peruano que había servido en la defensa de Arica de 1880 y a quien se acusaba de haber delatado a los chilenos la red de minas que defendía dicho puerto). Elmore le respondió: «Eso no se atrevería usted a decírmelo en mi cara». Por desgracia, poco después de ese agresivo intercambio de palabras, ambos se encontraron a la entrada del diario El Comercio, en el centro de Lima, adonde había ido a publicar sendas cartas donde se respondían de los mutuos agravios. Elmore le dio una bofetada a Chocano, y este, sin dudarlo, sacó su revólver y disparó a quemarropa a su agresor, quien cayó herido de gravedad (31 de octubre de 1925).56​ Trasladado a la asistencia pública, Elmore falleció luego de dos días de penosa agonía. Chocano fue entregado a la justicia y recluido en el Hospital Militar, donde permaneció con todas las comodidades, mientras duró el juicio. Los jueces tuvieron en cuenta la fama del poeta y acordaron una sentencia muy benévola, de tres años de prisión; aún sin estar ésta confirmada, el Congreso, de mayoría leguiísta, dispuso que el juicio fuese cortado (10 de abril de 1927). Chocano nunca se arrepintió de su crimen, y más aún, mientras estuvo detenido, continuó mancillando la memoria del difunto y su padre a través de la prensa. También atacó duramente a los amigos de Elmore, entre ellos a los del grupo Amauta que encabezaba Mariátegui. Sobre el juicio que afrontó escribió una obra titulada El libro de mi proceso, en tres volúmenes (1927-1928).

Comprendiendo que su situación en el Perú era precaria, en octubre de 1928 partió hacia Chile y se estableció en Santiago. Allí intentó subsistir con colaboraciones periodísticas y recitales; pero se vio acosado por la pobreza y por conflictos sentimentales. A tal punto llegaron sus apremios económicos, que incluso empeñó la corona de laurel de oro que la municipalidad de Lima le otorgara en 1922. Empezó a publicar sus Memorias, simultáneamente en varios periódicos del continente. Publicó también Primicias de Oro de Indias, antología poética. Planeaba editar una colección de sus poemas organizada de manera cíclica, bajo el título de Oro de Indias.

Su amigo y protector Leguía fue derribado en 1930; para entonces, Chocano ya se había distanciado de aquel. Tampoco simpatizó con los nuevos dictadores del Perú, Luis Sánchez Cerro y Óscar R. Benavides. A raíz de la guerra colombo-peruana de 1933, escribió un folleto titulado El escándalo de Leticia ante las conferencias de Río de Janeiro (1933). Era partidario del respeto al Tratado Salomón-Lozano.

Como no superara su precaria situación económica en Chile, se dedicó a jugar a la Bolsa, arruinándose económicamente y gracias a un supuesto clarividente se obsesionó ilusamente en buscar el tesoro oculto de los jesuitas en el centro de Santiago (actual calle 21 de Mayo), para lo cual logró incluso el permiso de las autoridades municipales chilenas. Pero no halló nada; para mientras, decenas de supuestos videntes y timadores orbitaban su lugar de faena intentando sonsacarle recursos. Uno de estos personajes sería fatal: Martín Bruce Padilla.

En la tarde del 13 de diciembre de 1934, viajando en un tranvía de Santiago, fue apuñalado por la espalda por Martín Bruce Padilla. Herido de dos puñaladas en el corazón y dos en la espalda, Chocano falleció casi en el acto.

 

Tumba de José Santos Chocano, enterrado de pie y en un metro cuadrado de superficie (tal como lo había pedido en un poema) en el Cementerio Presbítero Maestro.

 

El asesino, en su defensa, adujo haber sido socio de Chocano en una empresa de búsqueda de tesoros ocultos y estaba seguro que el poeta había logrado algún beneficio, excluyéndolo a él de las ganancias. Un examen psiquiátrico determinó que el homicida era un esquizofrénico paranoico, por lo que fue recluido en un manicomio de la capital chilena, donde falleció años después.8

Chocano murió pobre. Su sepelio en Chile fue casi apoteósico.9​ Sus restos fueron trasladados a Lima el 15 de mayo de 1965, siendo enterrado de pie y en un metro cuadrado de superficie (tal como lo había pedido en un poema) en el Cementerio Presbítero Maestro, en medio de homenajes oficiales y la indiferencia literaria.

Se le considera como uno de los representantes peruanos de la corriente modernista, compartiendo junto con Rubén Darío (Nicaragua), Manuel González Prada (Perú), José Martí (Cuba), Manuel Gutiérrez Nájera (México) y José Asunción Silva (Colombia). Sin embargo, cabe recalcar que algunos entendidos consideran que por su carácter, Chocano está más cerca del romanticismo que del modernismo, mientras que otros, como es el caso del crítico estadounidense Willis Knapp Jones, lo llegaron a denominar como mundonovista. El mismo Chocano se sentía distante del «afrancesamiento» de Rubén Darío –aunque por momentos lo imitase– y demandaba, en armonía con el llamamiento de José Enrique Rodó, una poesía que reflejara la naturaleza y la historia de América. Su pretensión lo llevó alguna vez a compararse con Walt Whitman, el célebre vate estadounidense: «Walt Whitman tiene el norte, pero yo tengo el sur».

Pero muchos estudiosos entienden que Chocano es muy diverso además de prolífico, por lo que algunas veces es épico y otras es lírico. Épico, es por ejemplo, su poema «Los caballos de los conquistadores», tan lleno de ritmo y fuerza atronadora, convertida en una pieza clásica de recitación. En la lírica destacan breves composiciones íntimas y delicadas como el «Nocturno Nº 18 (La canción del camino)», «Las orquídeas», «La magnolia», etc.

 

BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje;
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con un vaivén pausado de hamaca tropical...

Cuando me siento Inca, le rindo un vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje,
parecen mis estrofas trompetas de cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el León de Oro;
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
¡Y de no ser poeta, quizás yo hubiese sido
un blanco aventurero o un indio emperador!

 

Obras:

Iras santas (1895), En la aldea (1895), Azahares (1896), Selva virgen (1898), La epopeya del morro (1899), El derrumbe (1899), El canto del siglo (1901), El fin de Satán y otros poemas (1901), Poesías completas (1902), Los cantos del Pacífico (1904), Alma América [1906 y 1908), Fiat lux (1908), El Dorado: epopeya salvaje (1908), Puerto Rico lírico y otros poemas (1914), Ayacucho y los Andes (1924), Primicias de oro de Indias (1934), Poemas del amor doliente (1937), Oro de Indias (1940-1941), Páginas de oro (1944),


Los fines de la Revolución Mexicana considerados dentro del problema internacional. Conferencia pública del 3 de junio de 1914, en el Teatro de los Héroes, de Chihuahua, México. Imprenta del Gobierno.- Chihuahua.- Gilberto A. de la Garza, Director.

Teatro: Sin nombre (1896), El nuevo Hamlet (1899), Vendimiario (1900), Ingénito (1902), El hombre sin mundo (1903), Mundo rural y urbano, Los conquistadores (1906).

 

Prosa: Los fines de la Revolución Mexicana (1914), Idearium tropical (1922), La coronación de José Santos Chocano (1924), El libro de mi proceso, (1927-1928), El escándalo de Leticia (1933), El conflicto peruano-colombiano (1932-1933), El alma de Voltaire y otras prosas (1940), Memorias (1940),

 ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

___________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

 

ESTIMADOS AMIGOS, MUCHAS GRACIAS POR SU FINA ATENCIÓN Y LOS ESPERAMOS EN EL SIGUIENTE PROGRAMA 1317 DE VIERNES LITERARIOS /

18 DE DICIEMBRE 2020 / 7 P.M.

I PARTE

EDUARDO ARROYO, MARITA TROIANO Y

 LA NARRATIVA DE ANTONIO MUÑOZ MONGE

II PARTE

HOMENAJE AL POETA NACIONAL ALEJANDRO ROMUALDO CON OCASIÓN DEL XCIV ANIVERSARIO DE SU NATALICIO.

 

_____MÚSICA: SHIRLEY

http://viernesliterarios.blogspot.com

TELF. 995280789

Facebook: Juan Fernando Benavente Díaz

                            e-mail: viernesliterarios@hotmail.com              

- PUBLIQUE EN EDICIONES VL -

- SOLO LA CULTURA SALVARÁ AL HOMBRE –

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario