ULISES VALENCIA, POETA PERUANO, EN LA LUPA DE JOSÉ PABLO QUEVEDO (desde Alemania)
LA TOTALIDAD Y LAS PARCELAS EN LA POESÍA PERUANA (III)
Por José Pablo Quevedo*
ULISES VALENCIA, ENTRE EL LÍMITE DE LA EXISTENCIA Y
LA REALIDAD MARGINAL
Has visto como se agazapa la fiera
Cuando no desea dejarse ver
Y huye con su miedo animal
Porque advierte el daño que le espera.
Los de la violencia, y del schock como terapia
Has visto como se agazapa la fiera/ Cuando no desea dejarse ver/ Y huye con su miedo animal/ Porque advierte el daño que le espera.
El gran Maestro, Calderón de la Barca, en su célebre obra, La vida es un sueño, en el monólogo de condena de Segismundo a la sociedad indiferente, escribía: "Soy un hombre entre las fieras y una fiera entre los hombres". Conservando las distancias, el lenguaje, y los objetivos de estos dos libros, Ulises Valencia nos hace ver, que la marginalización extrema, es una vida de condena para el hombre, una vida en la cual el tiempo pasa circular, llena de temores, sin aspiraciones, y que el penar y la oración es un acto defensivo frente a todo lo que se nos viene, y que ella continúa, aún cuando este sometimiento nos cambie en otros, y nos mute la piel hasta ponernos la de una fiera. No nacieron los demás, pues si los demás nacieron, qué privilegio tuvieron, que yo no los tuve jamás, escribía también magistralmente este mismo Maestro español del Siglo de Oro.
Al otro lado, tras ese umbral, hay
otros espacios diferentes, y son las zonas acabadas por la mejor arquitectura,
y limpias sus calles anchas y con jardines y flores. Ese es un lugar, en donde
no parece que el caos hubiera llegado sino la mano de Dios, allí viven los
seres previlegiados. Ellos son los otros, mejor organizados socialmente, los
que cuentan con la gran propiedad y las inmobiliarias y manejan los capitales
en los bancos. Ellos dictan las normas para
la gran ciudad, los que hacen los proyectos y reparten la
„justicia“ para los sectores marginados.
Ellos son el pensamiento de las leyes, los que escriben los tratados sobre la
política y sobre normas morales, lo que determinan lo que debe darse y hacerse,
los que manejan las instituciones, los que disponen de las fuerzas armadas, los
que hacen los cambios cuando creen necesario, sobre todo cuando los sectores
marginales se rebelan. De ellos viene la violencia, el schock, como una terapia
probada históricamente de diversas maneras, y con resultados diversos.
De esta terapia de leyes resultan individuos colapsados, hombres sin memoria, gente perdida entre los edificios de los hospitales de psiquiatría. De esa terapia también resulta el tiempo para profetas y psicoanalistas, la diversión de la prensa, en vez de la reflexión para las masas marginadas, sin perspectivas sociales.
La no solución de los problemas vitales
de los grupos marginados y en rebeldía, invita a estas clases privilegiadas a
mantener sus intereses por la violencia. La violencia por mantener el privilegio es la bestialización de la
vida, es la condena del hombre marginado, que lo lleva a penar o dar un paso
hasta hacerse una fiera.
Pero, quién se hace fiera primeramente o tiene que mutar primeramente con esa terapia mental para llegar a ser el ser más oscuro, y para aplicar las leyes y rigores de la selva?, quién lee ese tipo de manuales sacados de los archivos de la violencia, sobre todo, de países europeos o de los Estados Unidos? Qué clases tienen que imaginarse lo que puede suceder o va a suceder con ese schock a la parte marginalizada una vez traspuesto ese umbral? La transformación, primeramente, es una metamorfosis de las clases dominantes, que surge ya con la competencia por los mercados. Ellas son las primeras en trapasar ese umbral. Después: El hombre es el lobo del hombre, como escribiría el filósofo inglés, Thomas Hobbes (1588-1679).
Cuando la violencia traspasa ese umbral se definen los límites de los dos espacios, se llega a la barbarie que hace posible la bestialización del hombre. Las clases privilegiadas tienen que usar todo su poder para lograr sus objetivos: Primeramente, realiza una terapia con sus leyes draconianas; le siguen a esto, el amoldamiento de las instituciones bajo sus dictados; y después, el cumplimiento y su vigilancia, ejecutados por los policías y los mandos militares, en una parte dóciles al poder. Cuando se pasa el umbral, el tiempo se hace circular, la caverna está presente, la mutación llega a la piel y al cerebro. El tiempo se ejecuta solamente en forma vertical, como en una caída precipitada.
Pero Ulises Valencia, no ha olvidado que la defensa del ser es su propia resistencia. Es la resistencia del ser que lucha por otros seres sumidos en esa misma orfandad, que lucha por ser mejor, por solucionar esa calamidad, esa desgracia que nos azota. Verle al sol la cara, como lo dijera el poeta peruano, Alejandro Romualdo. Aquello es como un acto de defensa del ser con la misma vida que nos ha sido dada, que nos ha convertido en seres humanos desde nuestro nacimiento, en seres humanos en fortaleza y con vigor en nuestras aspiraciones.
El poeta no ha olvidado que el acto de optimismo, es una lucha del sueño con el propio yo, y los otros yoes o los túes o los nosotros para ser mejores, y que ella también se puede dar en los límites del umbral, y dentro y fuera de la celda. Cómo hacer para revertir esa suerte?/ En que lugar ocultarme para volver después?/ Renovado, vital, yo mismo.Cuando luchas por ser quien eres/ Y nadie cree en ti/ Ni en la estrella que te guía... Cuando al correr por la avenida/ Saludas a todos/ Pero nadie se da por enterado... Desfilan por tu mente días felices/ Que acaso no vuelvan pero/ Los esperas como hoy, vanamente...Equivocado está el gentío y la manada/ Pero quién va a decirles de su embrollo.
Nido de sierpes pareciera haberse formado a base de escenas subrrealistas, como un sueño de locura a lo Salvador Dalí, a lo Hieronymus Bosch (El Bosco), o bajo una esencia pictórica goyana. ¡No! ¡Ello ha sucedido en el Perú no hace mucho! Cierto, que Ulises Valencia se vale de la creación de escenas como las que se suceden en un teatro, como hojas desprendidas de cualquier estación del año. Y ellas se nos vienen a los ojos abiertos y a los ojos cerrados, aparecen en la nada que se va, en la nada que se nos viene, en nuestra soledad, y en la soledad en que reconstituimos nuestra memoria histórica a pesar del tiempo duro que hemos vivido.
Bajo estos elementos nehilistas y subrrealistas como ingredientes, nadie sabe si ese escenario es cierto, si el actor es real, si lo que está allí verdaderamente existe o hay que rehacerlo. La duda, es ahora, no un suplicar a lo que no nos llega, no es un pedir de cosas con oraciones para siempre, o devenir en lo mismo, en lo que ya fue, sino en forjar la esperanza y el camino hacia la luz.
No en vano se ha dicho, que un buen libro, también puede ser comparado con otro libro que ha hecho época en la historia. El teatro también es la vida en sus grandes acontecimientos, cuyo bisturí desnuda la piel de una sociedad tensa, llena de angustias, y conflictos sociales polarizados e indisolubles. Y en ello, el gran poeta español, Pedro Calderón de la Barca, autor de la obra, La Vida es un Sueño, pareciera ya no estar en la España del Siglo de Oro, sino haberse trasladado a un mundo subdesarrollado y marginalizado. Pero, en La vida es un Sueño, Segismundo, Principe de Dinamarca y heredero de la corona, y a la vez, el personaje central, establece su monólogo existencial frente a la injusticia de la sociedad y de su padre. El rey angustiado, al saber los designios del oráculo, y creyendo que va a ser muerto por su propio hijo, trata de evitar esta desgracia, y condena a su hijo a la prisión y a las cadenas.
En el Perú, bajo la dictadura civil-militar del peruano-japonés, Alberto Fujimori, fue establecida la violencia extrema en complicidad con las clases dominantes, los partidos tradicionales, los mandos militares oportunistas y antipatriotas. Las clases dominates, al saber la eclosión y la rebeldía de los marginados, su potencialidad de intentar otro camino para hacer los cambios, adopta por la terapia y el bisturí, con su choques de nuevas leyes y la violencia y la dictadura civil-militar se establece en todo orden. (1) Y algo parecido, en nuestros días, pero más refinado, se sucede con la política de los Estados Unidos, como nación que se llama civilizada y donde la democracia, según ellos es un superlativo.(2)
En Segismundo, Príncipe de Dinamarca, el tema es competencia del Yo-existencial, o individuo en conflicto con el padre, en el cual el poder está en juego y la libertad . En Nido de Sierpes, la reflexión del poeta va a la totalidad de la sociedad peruana, remitido a ese Perú entero, y ello, se hace algo general en la lucha por la libertad de nuestros pueblos, para salir de lo que nos es enajenante, para salir de los métodos de terapia que usan las clases dominantes para hacer más dóciles a los hombres.
En Ulises Valencia, el medio para
lograr esa libertad es condicionar el amor a la palabra, a la esperanza, a la
reflexión a una lucha trascendente, aún inconclusa.
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(*) Poeta, filósofo y crítico de literario, afincado en Alemania por más de 40 años.
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