Viernes Literarios

Viernes Literarios
CÉSAR VALLEJO

sábado, 28 de abril de 2018

PROGRAMACIÓN DE MAYO 2018 DE VIERNES LITERARIOS.

Viernes Literarios
Fundado e inaugurado en Lima, el 18 de enero de 1991.
27 AÑOS RECONSTRUYENDO PERÚ

 Homenaje a Oswaldo Reynoso

-MAYO 2018-

VIERNES 4 (1189)
PAQUITA MEDINA  (Poesía)
MIGUEL ÁNGEL  ALFARO (Poesía)
ROSARIO DÍAZ  (Poesía)
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Presentación de la Revista "LA VOZ AUSENTE"
dirigida por ÁNGEL VALERIANO.

VIERNES 11 (1190)
DELFINA SANTANA  (Poesía)
SALVADOR DE LA TORRE TORO (Poesía)
JOSÉ VÍCTOR LA CHIRA
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Presentación de la Novela:
"CARTA A  UN ADOLESCENTE"
de ENRIQUE GONZÁLEZ ARIAS (Uruguay)

VIERNES 18 (1191)
GROVER GONZÁLEZ    (Poesía)
ARIEL AZOR (Uruguay)   (Poesía)
MANUEL GONZALES (Poesía)
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Presentación del Libro:
"KILLINCHUI, PATEADORES Y PRINCIPIOS
de ALEJANDRO MEDINA BUSTINZA

VIERNES 25 (1192)
EDUARDO ARROYO   (Poesía)
ÓSCAR ARAUJO LEÓN (Narrativa)
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Presentación del Libro:
"CRÓNICA DE LAS LUCHAS CAMPESINAS DEL VALLE DE LURÍN"
de CARLOS AUGUSTO RIVAS
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LUGAR: BIBLIOTECA DEL MUSEO METROPOLITANO DE LIMA
AV. 28 DE JULIO Y GARCILASO DE LA VEGA
(COSTADODEL PARQUE DE LA EXPOSICIÓN)
HORA:  DE 7 A 9 P.M.     - INGRESO LIBRE -
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PUBLICA EN EDICIONES VL
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http://viernesliterarios.blogspot.com
viernesliterarios@hotmail.com
Telf.: 995280789
Facebook: juan fernando benavente díaz (Viernes Literarios)


JUEVES 3 DE MAYO / 6,30 P.M. CONMEMORANDO EL PRIMER MES DE LA PARTIDA DEL ESCRITOR, LUCHADOR SOCIAL Y RESERVA MORAL DE LA CLASE POLÍTICA: GENARO LEDESMA IZQUIETA.- SERÁ EN LA IGLESIA DE LA RECOLETA QUE SE ESTÁ UBICADA EN LA PLAZA FRANCIA.

GENARO LEDESMA IZQUIETA

domingo, 15 de abril de 2018

UN DÍA COMO HOY, PARTIÓ A LA INMORTALIDAD NUESTRO VATE UNIVERSAL: CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA (SANTIAGO DE CHUCO 16-3-1892 - PARÍS 15-4-1938) EN ESTE ESPECIAL DÍA ¡UN FUERTE ABRAZO A TODOS LOS POETAS!

15 DE ABRIL, 1938
MUERE CÉSAR VALLEJO EN PARÍS
VALLEJO
HACIA
LA ETERNIDAD
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LA
MUERTE
LIBERADA
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Y que hay
un Viernes Santo
Abril en Santiago de Chuco es mes dulce y transido, de tierra húmeda y de siembras esperanzadas; de fragancia a flores nuevas e íntimas; de recogerse al abrigo del fogón en las tardes entrañables y apacibles a probar el yantar después de las faenas del campo.
En este mes murió César Vallejo en París, simbolizando con ello una siembra en esta tierra fértil, y ocurrió cuando apenas tenía 46 años y su vida era una bandera izada en lo más alto; de honradez, dignidad y pundonor flameando en el viento.
Moriría un Viernes Santo:
día del cual tengo ya el recuerdo,
Había dicho él. Y, mucho más antes, precisó más aún:
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.
En esta noche rara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso
Todos estos son planos de una relación paradigmática de César Vallejo con la muerte, vínculo en el cual se dan diversas significaciones de su vida y obra con la muerte.
2. Muerte,
con mayúscula
En los heraldos negros escribe:
"Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como sí ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
He aquí y siempre su aprehensión con relación a la muerte, que era honda y terrible. Esta relación con ser constante y habitual, nunca dejó de tener el signo de lo estremecedor, atroz e ineluctable.
“Los heraldos negros”, como representación de la muerte, son esos adalides del dolor, son esos representantes de todo aquello que es acervo y oscuro, fatal y desalmado. Precisamente, son: “potros de bárbaros atilas o los heraldos negros que nos manda la Muerte”. Y Muerte, así, siempre con mayúscula.
La muerte tiene entonces para César Vallejo el signo de lo fatal, siempre.
3. “¡Qué
horror!”
La muerte como realidad no es que la imaginó o la supuso. La tuvo muy cerca y muy presente en su vida. Estuvo muy marcado por ella; y tanto, y continuamente, que algunos hitos son así:
Murió su hermano Miguel, el más cercano a sus juegos. Murió la mujer que más la comprendía y tenía la ilusión más grande acerca de él: María Rosa Sandoval.
Murió su madre cuando él atravesaba una etapa muy crítica y sensible en su vida. Murió después su padre.
Murió rayo el perro de su altura. Murieron los vecinos del burgo. Murió su eternidad, y está velándola.
La muerte para él, como para todos nosotros, tenía el significado del dolor supremo. Esta sensación está presente como ser humano que es. Hasta en sus horas de agonía, cuando dice en un momento, refiriéndose al trance que iba a afrontar y en ese momento padecía:
– “¡Qué horror!” –Cuál fue la expresión que exclamó en su lecho de muerte.
4. La muerte
heroica
Esta sensación le acompañó hasta el final, cuando refiriéndose a lo que ya presentía venir, la muerte, repitió aquellas palabras:
¡Qué horror! ¿Qué expresión más exacta y cabal acerca de la entraña y el talante de aquella parca?
Qué expresión más legítima en esa circunstancia, cual, es decir:
– “¡Qué horror!”
Y lo único que elimina el horror de la muerte es la muerte heroica.
Y es ello lo que abre paso a la muerte liberada o la liberación de la muerte; en donde a ésta se la libra de sus cadenas, de su encierro o de sus andrajos hasta dejar a besos su cadáver ensangrentado.
Ello ocurre cuando la muerte es heroica, cuando se da como sacrificio por el hermano, en solidaridad con todos los hombres.
Cuando ella sucede o transcurre como una ofrenda por la causa de la comunión universal con todos los hombres.
5. La aurora
de un tiempo nuevo
Liberación de la muerte es de lo que se trata. Pero, liberarla ¿de qué?
De su prisión, de sus cadenas y de su actitud postrada. De su tristeza y de su mudez. De su inmovilidad, de su silencio y de su miseria.
Y ello a fin de que no sea ya nunca más una muerte inactiva, inútil e inerte. Y la muerte también sea una muerte militante, humana; en el sentido de jubilosa, constructiva y transformadora.
Como fue o es la muerte de todo aquel militante consagrado a servir a la humanidad y al bien común; en coherencia con el ideario vallejiano.
Siendo así será una muerte que deja de ser tal y que se vuelve vida. Ya no efímera sino significativa y eterna:
Constructores
 agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz, entornando
con la muerte vuestros ojos;
Aquí los constructores agrícolas, civiles, guerreros, es decir los voluntarios de España, ofrendan su vida por el amanecer y por la aurora de un tiempo nuevo, de un mundo mejor, de una vida con imperativo moral.
6. Izando
la misma bandera
Como cuando expresa:
    que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!
Ante aquella muerte hasta el metal precioso adquirirá su virtud más preciada y excelsa: ¡ser de oro!
¡Se amarán todos los hombres
y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas!
Y no es que él solo alienta, proclama y canta mientras que otros dan su vida y mueren.
César Vallejo murió él mismo en este trance.
Él cayó extenuado por esta causa, el 15 de abril de 1938, en pleno día de batalla, como un guerrero más, aunque a 1038 kilómetros que es la distancia de Madrid a Barcelona, pero izando la misma bandera y la misma causa de la dignidad humana.
7. Página
sagrada
Y sus últimas palabras justamente fueron:
“¡España!” “¡Me voy a España!”
Ante estos paradigmas hasta los sufrimientos, lo que es triste, apenado y fatal, ha de ser motivo de júbilo y hasta de epifanía, porque triunfa el orden moral:
Descansarán andando al pie de esta carrera,
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos
serán y al son
de vuestro atroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas!
En esto nos basamos para decir que es él un poeta que triunfa sobre la muerte, que la libera y la resucita. Y que ya no es solamente un poeta, sino un redentor, quien interpreta en función de los sacros intereses del pueblo cuáles son las claves profundas que amparan nuestra existencia.
Por eso su muerte en abril la repite como un acto ritual cada labriego de Santiago de Chuco que a esta hora siembra la tierra buena y fecunda siempre con la ilusión y la esperanza tangibles de construir el mañana.
Y aquel libro donde se escribe tales mensajes traspone entonces la poesía y se torna en letra moral y en página sagrada.