Viernes Literarios

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CÉSAR VALLEJO

domingo, 15 de abril de 2012

CONMEMORAMOS EL LXXIV ANIVERSARIO DE LA PARTIDA DEL INMORTAL POETA UNIVERSAL: CÉSAR VALLEJO


CONMEMORAMOS LOS 74 AÑOS DE LA PARTIDA DE CÉSAR VALLEJO
César Vallejo, nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco y partió en París el 15 de abril de 1938. Reconocido universalmente como uno de los grandes poetas, cuyas obras se encuentran traducidas a muchos idiomas. Hijo de don Francisco de Paula Vallejo y doña María de los Santos Mendoza. Sus primeros años de estudios, los realizó en su tierra natal, luego pasó a Huamachuco y posteriormente ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y luego a Trujillo. Al regresar a su pueblo en 1920, fue envuelto en un incidente por el que tuvo que viajar pronto a Trujillo donde injustamente fue detenido. Al salir después de varios meses, viaja a Lima y se va a Europa (1923). Se instala en París, viaja a España, Rusia. Contrae matrimonio con Georgette Philipard, quien lo acompañará hasta su muerte y se convierte en un baluarte para difundir la obra de Vallejo. Participa en importantes eventos y es de lejos una de los grandes de la Literatura universal.

Entre sus obras: Los Heraldos Negros, Trilce, Paco Yunque, Fabla Salvaje, Poemas Humanos, Escalas Melografiadas, Lock Out, Tungsteno, Los Hermanos Colacho, Rusia 1931, España aparta de mí este Cáliz, entre otros.


LOS HERALDOS NEGROS

                           Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
                           Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
                            la resaca de todo lo sufrido
                            se empozara en el alma… Yo no sé!

                             Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
                             en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
                             Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
                             o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

                         Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
                         de alguna fe adorable que el destino blasfema.
                         Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
                         de algún  pan que en la puerta del horno se nos quema.

                           Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
                          cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
                          vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
                          se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

                           Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

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