Juan Rivera Saavedra, una vida
dedicada al teatro
Mary A. Oscátegui
Juan Rivera Saavedra (Lima, 1930) es
profesor y director de teatro, investigador teatral y dramaturgo, ha escrito más de 180 obras de teatro, más de 500 cuentos y textos de
técnica dramática. Varias piezas de su teatro han sido
traducidas al inglés, francés y alemán. En 1987 el
Instituto Nacional de Cultura le concedió el Premio Nacional de Dramaturgia y,
en dos oportunidades, fue premiado por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Asimismo, ha recibido premiaciones por parte del Ministerio de
Educación, de la Asamblea Nacional de Rectores, Condecorado por el Congreso de
la República, entre otras distinciones. Es considerado por la Wayne State
University de Estados Unidos de Norteamérica, como el autor más distinguido y
prolífico de América Latina. Ha sido nombrado hijo predilecto de varias
ciudades como Santiago de Chuco, lugar que vio nacer a nuestro poeta César
Vallejo, y sobre quien escribió la obra de teatro Me moriré en París.
Juan Rivera Saavedra pertenece a los dramaturgos de la generación de los
60’, conjuntamente con Edgar Pérez Luna, Alonso Alegría, Julio Ramón Ribeyro,
Hernando Cortés, Grégor Díaz, Víctor Zavala, César Vega Herrera y Áureo Sotelo,
entre otros.
Esta generación sentó las bases para la renovación del teatro peruano,
con ellos el teatro fue cualitativamente distinto al teatro tradicional que
existía en las décadas anteriores. Surgieron nuevos personajes y escenificaron
nuevas historias: reivindicaron y elevaron al trabajador agrario, al obrero, al
migrante, al mendigo, al desocupado, al habitante de los tugurios, etc. como
personajes protagónicos en la escena teatral. En suma, este nuevo teatro se
caracterizó por la incorporación de los signos de la cultura popular en el
discurso dramatúrgico de las piezas teatrales.
Una de sus primeras y la más
emblemática de sus obras es Los Ruperto, que
fue estrenada en 1965 por el grupo Histrión Teatro de Arte, su historia, de
clara filiación absurda, nos representa las penurias de una familia
extremadamente pobre que habita en un tugurio y tiene que cargar con el
sostenimiento de una numerosa prole.
La producción teatral de Juan Rivera es difícil de ser clasificada; en
sus inicios desarrolló un teatro urbano, luego hizo un teatro del absurdo, de
humor, de ficción, social, histórico, etc. PACARINA DEL SUR a través de Mary
Oscátegui (actriz y directora del grupo de teatro Pegaso) logró la presente
entrevista.
Conversar con Juan Rivera Saavedra
es encontrarse con un torrente de palabras que desborda en entusiasmo, pleno de
recuerdos y vivencias.
“Toda mi vida ha sido un sueño. Con
alegres despertares y pesadillas. He soñado tanto que pienso a veces ser sólo
un sueño. Los que me ven son pocos. Porque de seguro: muchos no me pueden
ver... En mi niñez y adolescencia escuché historias paternas de viajes y
aventuras, entonces soñé y posteriormente estos sueños fluyeron en el papel
como cuentos y obras de teatro… Cuando joven leí obras literarias, conocí
el humor de Ambrose Bierce (el famoso autor del Diccionario
del Diablo), también el humor absurdo de los hermanos Marx. Todo
esto mezclado con el deleite de los cómics... Ya de
adulto trabajé para la televisión nacional, empecé a escribir telenovelas y
series en1975: El diario de Pablo Marcos, Confidencias,
Misterio, Gamboa,….que fueron éxitos mediáticos en su momento.”
Juan, eres autor de 200 obras de
teatro, alrededor de 500 cuentos, fuera de guiones para televisión, libros de
creación literaria y dramática, de historia del teatro peruano, poesía, guiones
para cómics, etc.,…
“¡Perdón!, Mary. Dos detalles: no son 200 piezas de teatro, sino: 217.
Y, el 4 de setiembre del 2013, cumplí 68 años de actividad artística. Estoy en
mi segunda juventud y me siento a gusto, es que en la primera…no me fue tan
bien.”
Las precisiones son importantes. Si las
matemáticas no me fallan o los dedos… tienes en la actualidad: 83 años de vida…
“Llegué a los ochenta años de edad, pese a que un grupo de personas hizo
lo posible para que me vaya de este mundo, colocando piedras en mi camino. Lo
logré, gracias a otro puñado de personas empecinadas en que llegue a los
noventinueve.”
Es admirable tu tesón, persistencia y
perseverancia, en un país que no valora a sus creadores y prefiere –por
lo general- la literatura extranjera...
“Llegué a cumplir mis Bodas de Brillante como escritor, pese a
periodistas “enemigos de la cultura” que nunca les interesó el arte, ni al
puñado de gobernantes. Tuve que pasar ochenta primaveras para descubrir que, me
había pasado la vida en un país muy extraño. Un país inundado de notas y
personas extranjeras. Tanto que…llegué a pensar: “¡Cielo Santo, ¿estaré en el
extranjero, viviendo sin saber…?!”
Juan, eso significa que has escrito un
promedio de 3 a 4 obras de teatro, y…8 cuentos casi por año. ¡Es casi increíble.
Tienes una imaginación y creatividad prodigiosa. ¿Cómo lo haces…?
“Me siento todos los días a escribir y…las ideas fluyen. Si me canso,
cambio de actividad. Dejo de escribir teatro, y me pongo a escribir un cuento,
un poema u…otra cosa.”
¿La inspiración te suele visitar
permanentemente…?
“Lo hace a diferentes horas… A veces, cuando duermo o estoy en la
calle…A veces, leyendo un libro cualquiera o viendo una película.”
¿Tienes un lugar especial para
escribir…? Hay personas que sólo escriben si tienen un apropiado
ambiente.
“A veces escribo en servilletas, volantes, comprobantes de pago, papeles
diversos. Algunos esperan que la inspiración venga. Yo no la espero. Yo, le
exijo que venga.”
¿Cómo así…?
“Con paciencia. Abordándola con preguntas, quitándole el sueño, logrando
vencer su silencio, haciéndole tirar la toalla… Creo que esto lo aprendí de
mamá. Cuando a ella le dolía o fastidiaba algo, se ponía a conversar con su
dolor: ‘¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?’ le preguntaba –‘¿Qué puedo hacer por
ti?’, etc. Unos esperan tener una solución. Yo no espero una solución. Es
como si necesitara tocar puertas. Entonces, las toco, hasta que de cansancio la
encuentro.”
Juan, he podido experimentar con mis
alumnos que, disfrutan leyendo tus obras. Manifiestan que las leen de un
tirón, porque los atrapa la historia, los personajes o… la situación
planteada.
“Lo que me dices me complace, pero lo que ignoran es el tiempo que me
lleva lograrlo: son años de observación. Hago mía la actitud del científico:
observo reflexivamente la realidad, el mundo, la vida; y con estos insumos
redacto mis obras”.
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