Viernes Literarios

Viernes Literarios
CÉSAR VALLEJO

lunes, 8 de agosto de 2016

ERNESTO RÁEZ MENDIOLA




* Ponencia de Ernesto Ráez
 en la presentación del libro
“Educar es amar” el día viernes
5 de agosto del año 2016,
en la Editorial Bruño.
ERNESTO RÁEZ MENDIOLA*
Antesala a una metodología del amor
Todos mis días de maestro los he dedicado a sembrar una rosa en la mente de mis alumnos con el loco anhelo que la rosa sembrada fructificara en alas que los elevasen hacia su libertad. No he intentado llenarlos, como se llena un vaso, de líquidos ajenos a su esencia… He preferido atizar su fuego para que se yerga franca la antorcha de su rebeldía.
Los he escuchado con toda mi atención, porque es el niño y el joven quienes enseñan al adulto, padre, madre, maestro. Les he dicho que no hay que temer a las voces de los adultos, ni buscar en ellos una isla de escape, porque el mejor futuro es fruto del buen presente. Las palabras de los adultos son ecos del pasado que se lanzan con la intención de establecer un puente entre su experiencia y la imaginación de los hijos del pasado en el presente, y los padres del presente en el futuro, con todas sus esperanzas realizadas. Y de este diálogo intergeneracional esclarecedor, establecido como una comunicación sensible, comprender finalmente que yo comienzo donde concluyes tú, y que tú empiezas donde termino yo, porque somos complementarios, unigénitos hijos del amor. Nosotros y en su sentido universal Humanidad.
Y esa es la idea que rige la lectura del libro Educar es amar. Danilo Sánchez Lihón, sin bajar Tablas Divinas del Monte Sinaí, nos acerca  a su ideario docente familiar, ampliado hoy por su trayectoria existencial.
A las puertas de su casa lleguemos para conocerlo
DSL pertenece a una dinastía honorable de maestros. En la fachada de la casa donde pasó sus primeros años en Santiago de Chuco, el Municipio ha puesto una placa “A Danilo Sánchez Gamboa, el maestro de los niños del pueblo”, en recuerdo agradecido a su abuelo que abrió una escuela vecinal para niños totalmente gratuita, meta ofrecida, si mal no recuerdan, por el presidente entrante en su mensaje a la nación, para todos los niños peruanos en 2021, bicentenario de nuestra independencia, como indicador de un país moderno. Este libro de su nieto es un delicado homenaje, en memoria de su abuelo y de su padre, a todos los maestros del Perú; un sagrado legado para sus hijos y un derrotero para todos aquellos que desean desde el fondo de sí mismos abrazar la profesión de maestro.
El bien de ser maestro
Y, como no podía ser de otra manera, toda una larga primera parte del libro la dedica al bien de ser maestro. Con doce parábolas diáfanas sintetiza la trascendental labor del maestro para  cumplir la misión asumida al elegir la función docente. Nos referiremos brevemente a las tres primeras y a la última
•    La historia de la venta de una guitarra le permite señalar cómo se integran en el acto educativo los mundos de afuera y de adentro para mostrar el talento y la potencialidad de la que los demás son capaces.
•    El posarse de dos avecillas en la ventana de una habitación nos introduce en la función de mediador del maestro, de zahorí que sabe reconocer la sabiduría inmensa en la esencia de todo lo creado.
•    En Estudiar es construir destinos, dialoga con los constructores de retablos y de templos que, como el maestro,  se consagran a dar fe, lucidez, encanto, y conciencia hermosa de lo que es el vivir.
•    Culmina esta parte con el reconocimiento del maestro como el profesional que forma a los formadores, el eterno portador del testimonio en la carrera interminable de la historia de los seres humanos.
Esta sección de comentarios generales, se particulariza en la tercera dedicada a:
Los personajes en educación
No podían estar ausentes de este homenaje y guía de acción los paradigmas del educador peruano: Raúl Porras inolvidable maestro que pocos días antes de su muerte nos diera la más honda lección de dignidad al ser el único canciller capaz de sostener su palabra ante el poderoso gobierno norteamericano en la OEA y oponerse a la separación de Cuba del concierto de países americanos.
Siguen en la lista prístinos comentarios a la labor de: Emilio Barrantes, José Portugal Catacora, Humberto Santillán Arista, José Ramos Bosmediano, Emilio Morillo Miranda, Eudoro Terrones Negrete, Wálter Peñaloza Ramella…
Pero, lo más valioso del libro es que todas sus páginas trasuntan un homenaje al maestro desconocido. A ese que se agazapa silencioso en todas nuestras buenas acciones, a ese  cuyo nombre muchas veces hemos olvidado pero que dejó en nosotros sembrada una frase que nos ha guiado toda la vida, un ejemplo que aún nos protege. Como la maestra que me enseñó a leer comprensivamente. Nunca supe su nombre pero, gracias a ella, yo sabía leer y comprendía muy bien lo que leía a los cinco años. Nadie estuvo a su lado para tomar nota de su método tan afinado, porque el gran maestro es como los manantiales que nos brindan sus aguas sin afán de lucimiento. Pero nunca ha dejado de estar viva junto a mí, como ahora en este instante, con su mirada buena y luminosa como una estrella, a la cabeza del ejército de paz de los maestros desconocidos.
Hoja de ruta
La segunda parte nos integra a la inmensa multitud de seres humanos plenos de expectativas que los educadores reciben y que debiera hacerse en las mejores condiciones.
En el estilo pedagógico y poético que mana de su condición de maestro y artista, DSL realiza una profunda reflexión sobre el sentido humanizador y humanista de la educación. Sin desdeñar la tecnología, actividad fundamental para el bienestar material de la humanidad, nos familiariza con los valores que la educación debe dinamizar para lograr que la tecnología no prime sobre la ética. Libro urgente en nuestro país, en este momento de la historia en que la nave educacional pretende ser alejada de su marcha a la deriva, reorientándola hacia metas eminentemente productivas, privilegiando su ejercicio privado y discriminatorio, haciendo a un lado su carácter esencial de bien común. El ser humano no debe ser educado para ponerse al servicio de las máquinas, sino para saber servirse de ellas con discreción y moral, sin afanes de poder. DSL saca a la superficie este dilema histórico y nos muestra la ruta a seguir; ruta de la que es faro y guía: “educar es amar”, lo que implica para nuestro autor  establecer una pedagogía del bien, la identidad y la ternura.
Inspirado por esta sincera propuesta, reflexionaré sobre sus alcances, siguiendo un orden que pone en primer término a la ternura, seguida luego de la identidad y el bien. La elección de este derrotero quiere resaltar cómo se incide, desde el plano poético al plano científico, tal vez porque- como dice Gastón Bachelard- “el arte es ciencia instantánea”. En el texto que presentamos los conceptos de ternura, identidad y bien repercuten sobre la afirmación de la inteligencia emocional, la inteligencia racional y la inteligencia moral, coincidiendo plenamente con las neurociencias. Lugar neurálgico en este proceso es la inclusión de la inteligencia analógica o artística, fuente orgánica que sustenta el ejercicio de la expresión estética, forma del conocimiento hoy privilegiada en el mundo, pero muy poco frecuentada o erradamente programada en nuestra educación. El libro se cierra precisamente dedicando su cuarta parte a la Canción, como representante privilegiada de la presencia positiva y enriquecedora del arte en la educación.
El poder de la ternura
•    Si como nuestra experiencia docente e intuición sensible nos dice que educar es amar, otra no puede ser su primera condición que la ternura, porque amor y ternura son sentimientos complementarios. Pues, sin ternura el amor es imposición sentimental, egoísmo pasional. Y sin amor, la ternura es sensiblería estéril.
Los psicólogos reconocen que el conocimiento es leche. Se aprende al compás de los latidos del corazón en el seno de las madres. La inteligencia emocional se afirma, entonces, en la ternura, por la ternura y desde la ternura. El crío es tierno y enternece. Se defiende, frágil como es, por su potencialidad de despertar ternura. Y abrigado por este sentimiento comienza a afirmarse como ser humano.
Ternura en el acto educativo es iluminar sin estridencias. No en el impetuoso y pasional torrente sino en el remanso de la ternura se baña el conocimiento. Por un paso comienza la más larga jornada. Las ideas se suceden sin premura, en adagio, en andante sin moto; se retraen, presionadas por las ansias, en el largo y en el presto. Mediante la constancia y no el apremio se nos aproxima el horizonte.
Al conjuro de la ternura nos descubrimos distintos. Un día rompemos el Nosotros Originario, ese sentirse uno con el cuerpo de la madre, y nos individualizamos. Es el primer paso de la identidad egocéntrica, la conciencia del Yo corporal, primer tramo del aprender a ser que no se detendrá en toda la vida.  Somos nuestro cuerpo.
El proceso de la identidad
•    La conciencia del otro, de pertenencia a un grupo, posibilitará la asunción del Yo social. La identidad gregaria, colectiva con los integrantes del entorno familiar y el vecindario. Los amigos del barrio, los compañeros de la escuela, los feligreses de una religión. En un comienzo el niño identifica su pertenencia a un hogar, una familia, una escuela y una comunidad. En esta etapa el niño aprende a convivir. Se afirma el ejercicio de los valores de respeto a los demás y de dignidad personal.
•    Pronto se comprende que hay un medio ambiente, un contexto que es propio. Es el yo material o ecológico. La identidad con la naturaleza y la sociedad se unifican. La participación en la vida comunitaria y en la protección de la vida va enseñando a hacer, a producir mejoras, a colaborar desde el propio talento. El niño crece reconociendo que su identidad comunitaria se extiende hacia otras comunidades que conforman la patria donde hemos nacido. Es la identidad nacional primaria.
El ejercicio del bien común y el esfuerzo colectivo de crear
•    Desde ella el púber y el adolescente maduran a su identidad histórica que es su identidad nacional secundaria, momento en el que nos identificamos con los seres que en el pasado han contribuido al crecimiento de nuestra nación. Reflexionamos, entonces, el presente en el que vivimos como una consecuencia del pasado y aprendemos a participar en la construcción de un presente próspero que sustente un futuro sostenible. Es el Nosotros maduro, el que no piensa egoístamente en su propio beneficio sino en el de todos los integrantes de las colectividades. Porque el Perú es multicultural. No todos los peruanos cantamos la misma canción. A la hora de aprender a cantar los diversos ritmos de la patria hemos arribado al ejercicio del bien que es el bienestar común. Aprendemos y nos comprometemos a transformar, a crear en esfuerzo permanente, mancomunado, un lugar donde todos se realicen.
La conciencia del cosmos
•    Edgard Morin, nos ha hecho reparar que en este tercer milenio los seres humanos deberán llegar a una conciencia cósmica, de identificación planetaria e interestelar. El hombre históricamente suicida y depredador; el hombre ambicioso y egoísta; el hombre corrupto y corruptor; deberá ser combatido hasta su total transformación. La gran fraternidad universal, como identidad absoluta con la gran energía universal, deberá desplazarlos. Nos debemos convertir en ciudadanos del multiverso inconmensurable y eterno, dispuestos a dejar como herencia nuestras cualidades diferenciales, las que nacen con cada uno de nosotros y con nosotros se van.
Para DSL este es el sueño y el ideario de los esfuerzos educativos de los seres humanos: motivar y orientar el cumplimiento del vuelo singular de las almas voladoras de los que nacen, promoviendo su creatividad, cultivando su espíritu crítico, afirmando su esencia solidaria, de confraternidad, de igualdad, de libertad.
Cada ser humano es una antorcha de irrepetible capacidad de iluminación. Educar es favorecer que esa luz llegue a brillar en toda su plenitud. La divinidad única y múltiple se singulariza en cada ser humano que nace. Nuestra misión, en el breve lapso de nuestra existencia, es revelar a nuestros semejantes la fuerza divina que nos alienta.
Todo hombre es un camino hacia sí mismo. Se le educa para lograr que encuentre en sí la brújula y la fuerza que lo guiará en su ruta sin desfallecimientos. Todos aprendemos de todos durante todo el tiempo. Cada cultura es manifestación de nuestra diversidad creativa. Nos enriquecemos cuando logramos sostener un tolerante diálogo intercultural. Es falso que un ángel con una espada de fuego esté guardando las puertas del paraíso. El mundo entero es la tierra prometida. A ella hemos llegado ya. Nos corresponde ahora saber gozar de sus innumerables riquezas: El milagro del agua, del aire, las vetas de energía y riqueza de flora y fauna de la tierra y sus múltiples paisajes. Poseemos el libre albedrío para disponer de ellas a favor personal o colectivo.
Educar es enseñar a amar con el ejemplo. Es descubrir a cada uno el milagro que es, su pertenencia a todo el género humano sin distingos de lenguas, creencias, pigmentación. Hemos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza. Aprendamos a ser como Él omniscientes y omnipotentes. Que las virtudes teologales guíen nuestra senda vital. Con amor, con esperanza y sobre todo con fe en que es posible exiliar de la faz del planeta a la Guerra, al Hambre y a la Peste. Entonces y sólo entonces, la Muerte, condición inevitable de la Vida, llegará y la acompañaremos con la ternura de quien se retira con la seguridad de la misión cumplida.
Cerrando el libro para abrir las almas
César Vallejo, paisano de Danilo, termina su poema a Pedro Rojas diciendo que “Su cadáver estaba lleno de mundo”. Y es que todos nos vamos de este mundo llenos de él. La dicha de vivir nace de la sencillez de saber dialogar con las formas del mundo. Llenos de ellas, pensamos, reflexionamos y creamos la ciencia y el arte. Danilo detiene finalmente su exposición en las muchas canciones con las que el poeta revela o reinventa el mundo y sus misterios. Educar poéticamente no es trasladar los contenidos de los servomecanismos informáticos al cerebro de los educandos; educar poéticamente es orientar al autodescubrimiento del ser único, diferente e irrepetible que somos todos y cada uno. Venimos al mundo a entregar la incalculable riqueza de nuestros corazones.
Educar es amar porque durante su proceso se establece una comunicación sensible no impositiva. Su proceso no va de un emisor a un receptor, no es impositivo, ni vertical. La comunicación educativa es entre interlocutores que intercambian ideas, opiniones, niveles de experiencia sin prejuicios ni altanerías. Si sabemos escucharlos, los educandos pueden perfeccionar nuestra visión de las cosas del mundo; si ganamos su confianza, púberes y adolescentes nos pueden dar profundas lecciones de moral.
El curso mejor enseñado es pobre información sino se tiñe de conceptos humanos. La más brillante programación curricular queda mutilada sino se presta atención a la inteligencia estética. El arte, lo reconoce la OMS, es el agente más poderoso para combatir la corrupción, la indiferencia, las adicciones. Es la actividad clave, no sólo para los educandos en alto riesgo, sino para el universo infantil y juvenil, porque es un medio propio de expresión de sus sentimientos, ideas y deseos.
Finalmente, pensamos que Educar es amar puede leerse considerando a cada una de sus unidades un canto, una feliz conjunción de arte, ciencia, filosofía, ética, vocación y acción de la noble tarea del maestro, soldado desconocido de primera línea en la batalla histórica por lograr que cada hombre llegue a ser todo un hombre. 

Fuente: Danilo Sánchez Lihón 

















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