COMAS
Fuerza
y dulzura, símbolo que supervive
en el
recóndito infinito del alma
la
feliz idea de un mundo mejor.
Eres
un gigante escenario de la vida
donde
la armonía se fusiona galopante
con
sudor, lágrima, tierra y pavimento;
llanura,
colina y despojados cerros,
cerros
en vigilia, sendos gladiadores.
Comas…
eres
una entera melodía de ajedrez
desde
el confín, tu historia irrumpe
reflejando
ardorosa lucha permanente.
Eres
la imagen sólida del tiempo
que
sus fundadores transformaron,
un
páramo sideral en una hermosa aventura.
Comas…
gloria
de los Collis, cuya herencia
enfrasca
de orgullo, nuestro corazón;
somos
obreros del pan a pan, tu nombre,
ladrillo
a ladrillo, letra a letra
tu
gente linda, pujante y luchadora
propició
el latido y venas regocijadas.
El agua, la luz como
estrellas redentoras
guían
sus avenidas, calles y jirones
para
besar la misión que tus hijos
ante
el lacerante mundo, afanosos construyen.
Eres
un canto de noble inspiración
un
astro confundido en mil sueños
mágico
ritual de filigranas y atavíos
que
cubre a pie firme el arenal, pedregal;
sus
puños se elevan como un frondoso árbol
y
brillan como un alado cóndor de antología
su
vuelo irrenunciable de victoria sinigual.
Comas…
piedra
y blasón, hechos himno
fruto
del amor, pueblo unido
estás
creciendo incólume,
como
una flecha dirigida al espacio.
Eres
luz, esperanza de tus hijos
bajo
el indómito histórico pasado
cuyas
leales huellas están impregnadas
en
cada surcado rostro
en
cada mano polvorienta,
en
cada hogar
en
cada laberinto cotidiano.
Comas…
baluarte
de episodios y mártires
tenaz
abanderado de la verdad, libertad
justicia
social, tu expresión cultural
como
una nube incandescente, iluminas
insinuando
el contraste del país
cual
joya en el desierto de la desesperanza
se
percibe en su esencia, avenida Túpac
como
un círculo más de la Divina Comedia ,
la
oración de la Palabra
del Mudo y
la
sentencia de los Heraldos Negros.
Comas…
carbón
cuyo destino a ser diamante
es la
poesía en el seno de tu origen
reales
constructores, hombres y mujeres
desde
espontáneas e insólitas esteras
hasta
la cubierta de fino manto urbano;
invitación
solidaria, nuestro símbolo y
Comas…
alguna
vez, víctima de nefastos gobernantes,
sin
embargo eres y serás más, mucho más…
eres
historia viva y testigo del sacrificio
de
seres que luchan contra la adversidad.
Eres
una estampa en un marco de oro,
tus
colores crecen con el entusiasmo
tu
cielo, pinta nuestra imaginación
tu
juventud inquieta, rebelde y progresista
desafía
por doquier el horizonte de su porvenir.
Eres
la canción, eres danza, todas las artes
y
queremos y amamos la grandeza,
una
constante imagen de portentoso rigor
son
tus traídas creencias y costumbres
porque
en ti hay de todo… mucho de lo bueno.
Ni las
sombras por el sol, opacan
a
visionarios e intrépidos habitantes
que
bregan con ímpetu coloquial
lograr
en concordancia una energía,
eco
de los témpanos que quiebran
la
ira de los volcanes
la
rabia de los truenos
el
abismo del relámpago.
Comas…
eres
un hermoso cuadro abstracto
cuyo
autor, aún no ha nacido,
eres
un huracán, iracundo torbellino
que
busca impávido, su propio destino
cual
Ave Fénix con aspaviento de porcelana
sugiere
un caprichoso etéreo Edén.
Comas…
ombligo
y recinto de todas las razas
un
solo corazón de magnánimo acero,
henchido
de armonía, desbordante alegría
a
pesar de los escollos, sus destellos
emanan
forjadores del pasado y ya del futuro,
quienes
emulan las palabras y los hechos
sus
valores y principios hasta el final
mi
pueblo entero, crisol de un epílogo ideal.
Juan Benavente / Otoño de 1995.
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