SILVIA,
SU PATRIA
Y LA POESÍA
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Pudo
huir
Mariano Melgar al volver de Lima hacia Arequipa, desengañado ya del amor de Silvia se alista entonces en la rebelión de Mateo Pumacahua contra el régimen colonial español, en aquellos momentos de un poderío militar demoledor.
Mateo Pumacahua era indígena, cacique de Chincheros y un destacado jefe militar que llegó a tener el grado de Brigadier del ejército realista, equivalente a General de Brigada, quien se había destacado combatiendo el levantamiento insurreccional de Túpac Amaru, pero quien pasado el tiempo, y viendo el sufrimiento de sus hermanos de raza, también se reveló tomando las armas para enfrentar al ejército en el cual había servido y combatido antes, siendo derrotado junto a Mariano Melgar en la batalla de Umachiri
Sin duda, intuía el poeta, al participar en un hecho así tan arriesgado, que más se parece a una inmolación y a un suicidio, que moriría poniendo el corolario a su amor por Silvia, de un ardor y pasión vehemente, como también por su adhesión a la patria soñada y anhelada en el alba, puesto que en ese momento el Perú no era todavía nación independiente sino colonia del imperio español.
2. Entusiasmo
arrebatado
Fue así cómo Melgar, en la batalla del 11 de marzo de 1815, peleó con denuedo y pundonor, ocupando las primeras líneas de fuego en la refriega. Actuó con empeño, tesón y arrebato, inflamado el corazón de un amor sublime y ardoroso, dirigiendo para el caso él mismo el arma de artillería.
Pero este enfrentamiento era la pelea de un grillo cantor en contra de una fiera avezada; pertrechada de una poderosa maquinaria de guerra, y compuesta además de experimentados y sabuesos profesionales en el manejo de las armas.
Ya en la contienda a Mariano Melgar se lo divisa pasando de una a otra posición, como un abanderado y heraldo de la causa que defiende, imbuido de un frenesí y de una vivacidad deslumbrantes.
De allí que uno de los objetivos más buscados por el ejército realista es ultimar o apresar a aquel muchacho temerario que parece arder en un entusiasmo impetuoso, y a quien se lo ve movilizándose de uno a otro cuerpo de combate.
3. Entregó
el caballo
Se lo divisa arengando e insuflando de entusiasmo a los guerreros, la mayoría ilusos de la causa de la libertad en aquella jornada. Hasta el final de la brega en que, al no herirle las balas de la fusilería ni las bombas de los cañones, fue finalmente capturado. Decidida la batalla y conociendo el resultado adverso de la pugna, quienes lo conocían le dieron la oportunidad de salvarse, pudiendo huir él si lo hubiera querido. Más bien, habría dicho:
– Yo estoy aquí no para huir, sino para luchar por principios para mí sagrados. Yo estoy aquí para solidarizarme con mis hermanos a los cuales ustedes llaman indios, y defenderlos del yugo español. Yo estoy aquí para dar mi existencia por mi patria. Y si es necesario que tenga que luchar mil veces contra la monarquía española así lo haré hasta dar la última gota de mi sangre y mi último suspiro.
Y más bien entregó el caballo que le ofrecían a su ayudante para que aquél escapara. Y se quedó hasta el final. Fue hecho formalmente prisionero. Y su destino como dirigente de la sublevación era inminente ser fusilado, estaba trazado y él lo sabía.
4. Un nuevo
día
Antes así lo había escrito:
Temo una muerte temprana
de aflicción y de tormento,
porque ya no tengo aliento
y temo el morir mañana.
Era su cargo en esta gesta, la de Auditor de Guerra del Ejército Patriota. Eso lo comprometía totalmente y con ello tenía cavada su tumba y dictaminada su sentencia de muerte.
Además, la cercanía con el comandante general, el brigadier Mateo Pumacahua, estrecha y directa, le resultaba asimismo fatal.
Fue así como en el amanecer del 12 de marzo de 1815, a las cuatro de la madrugada, fue fusilado en el mismo campo de batalla, entre el trinar de las aves que anuncian la alborada y el abrirse de las espigas de los campos sembrados.
Fue fusilado entre el cantar de los gallos que empinados en las cumbreras de los techos desafiaban las sombras de la noche, horadando las tinieblas para abrir el paso a la luz de un nuevo día.
5. Tú
llorarás
Así caía abatido este eximio poeta y patriota revolucionario, para erigirse como una bandera tremolante que ya jamás se pliega ni se arrea ni se apaga. Caía atravesado por las balas de un pelotón de fusilamiento en el campo de batalla de Umachiri, en Arequipa. Así sucumbía para erigirse luego como el poeta y prócer de la libertad Mariano Melgar, poeta estremecido, amante apasionado y patriota legendario.
Se dice que su rival en el sentimiento y en el corazón de Silvia fue quien dirigió el pelotón de fusilamiento. Y se dice que Silvia cayó desmayada luego de haberse enterado de la inmolación del aedo.
Se dice que mucho tiempo después aún permanecía gravemente enferma. Se dice y se dice, que es ya la urdimbre de ilusiones y leyendas que el pueblo teje y urde acerca de los hombres legendarios.
En donde se mezclan y confunden historia y fábula. Pero, aun así: hay huellas y vestigios, a retazos, que aún se guardan, y que lo evidencian. Ya lo había anunciado él:
Muerto yo
tú llorarás.
6. Cuatro
citas
Versos sencillos que consignan una plena resonancia de cadencia y de compás con el poema quechua recogido por el Inca Garcilaso de la Vega, y consignado en sus Comentarios Reales de los Incas; y que dicen:
Al cantito
dormirás,
medianoche
yo vendré.
Siendo esta su proeza: unir la poesía hispana a la poesía indígena en una fórmula que es el yaraví. He allí su trascendencia, debida también a que nadie como Melgar para encarnar tanto una época, un alma, un modo de ser; y hasta un modo de sentir, de aspirar y de pensar.
Nadie tampoco como él para representar un paisaje y, sobre todo, una ciudad como es Arequipa, que vive bajo el influjo de su nombre y su memoria sagrada.
Sin duda porque Melgar concurrió impertérrito a cuatro grandes citas en su corta pero arrebatada vida: A la cita con el amor. A la cita con la Patria. A la consubstanciación con la poesía. Y al abrazo con su tierra natal: Arequipa. Y, finalmente, Dios.
7. En
mi pueblo
De allí que nadie como él para haberse impregnado más en cada esquina, en cada pared y en cada techumbre de la Ciudad Blanca. Hecho uno con cada grumo, aroma y corpúsculo de luz del cielo de Arequipa. Es por eso que nadie para ser querido tanto, para identificarse con él la gente de toda condición, laya y posición.
Nadie como Melgar es el cantor del amor y la libertad en Arequipa, el Perú y América. El pueblo se identifica con él, y lo sigue teniendo muy hondo en sus momentos de mayor emoción y confidencia. Lo evoca y lo encarna. Y lo vuelve a la vida en cada serenata.
Y no solo para escucharlo en las noches trémulas de Arequipa sino de muchos pueblos, entre ellos el mío, Santiago de Chuco, mi tierra natal, donde cantamos a voz en grito la canción “Melgar” de Benigno Ballón Farfán.
Donde a la niña que amamos el primer nombre que le anteponemos a fin de adorarla es Silvia. En mi pueblo que también lo tiene a él en una atalaya muy alta y en el más hondo rincón del alma.
12 DE MARZO
MELGARES FUSILADOEN UMACHIRI
FOLIOSDE LAUTOPÍA
SER ÍGNEOYDE FÁBULA
Danilo Sánchez Lihón1. Librey dignaEntre todas las historias legendarias que mi padre nos contaba en la mesa de comer, referidas al período de nuestra Emancipación como República del dominio y yugo español, aquella que más ganaba mi simpatía, entusiasmo y adhesión, y que me conmovía profundamente, era la vida y gesta heroica de Mariano Melgar, quien naciera en Arequipa el 10 de agosto del año 1790, y fuera fusilado en el mismo campo de batalla cuando luchaba por nuestra libertad.Quien primero fuera niño genial; después un púber impetuoso, bien pronto un adolescente atormentado por los misterios del ser, y luego un joven arrebatado de amor por una niña de trece años, llamada María Santos Corrales, y a quien él inmortalizó con el nombre de Silvia en poemas que rezuman dicha, quebranto, dolor y reproche, todo junto y a la vez. Y que significaron la recuperación de ritmos y acentos del harawi quechua como expresión poética de la lírica oral incaica.Aquel ser ya hecho joven bizarro abrazó los ideales y compromisos revolucionarios de hacer y forjar aquí –cuando el Perú todavía era una colonia irredenta– la justicia social como enseña. Y la libertad como condición ineludible. Ya hombre renunció a todo cuando sintió la ingratitud de la mujer a quien amaba. Entonces se hizo campesino, labriego y chacarero. Y finalmente optó por el sacrificio y el martirio de entregar su vida, convicto y confeso, por la aspiración de fundar aquí una patria libre, digna y hermosa.2. De llantoel semblanteFue Mariano Melgar un espíritu superior y un ser generoso, que unía a su emoción de amante apasionado, la de intelectual esclarecido y ciudadano consecuente y leal con el suelo que lo vio nacer.Y quien por todo esto fue fusilado el 12 de marzo del año 1815 en el campo de batalla de Umachiri (Puno), cuando frisaba estremecidamente los 24 años de edad, luchando por la independencia del Perú y América.Fue días antes de esa circunstancia que escribió:Ya llegó el instante fieroSilvia, de mi despedida,pues ya anuncia mi partidacon estrépito el cañón.A darte el adiós postrerollega ya tu tierno amante,lleno de llanto el semblantey de angustia el corazón.Donde se patentiza la gravedad de la decisión asumida; la inmensa desolación, la congoja y agonía, pero al mismo tiempo la voluntad e inquebrantable ante la determinación tomada. Para proseguir diciendo:3. Si te acordarásde míLlega tu objeto divinotiéndeme tus brazos bellos,a ver si logro que en ellosdulce acogida me des.No conseguirá el destinoel golpe que quieres darmeporque antes de separarmeme verá muerto a tus pies.Llamaré instante de gloriaa aquel en que vi tus graciasy origen de mis desgraciasa aquel que las perdí.Donde el conflicto es, ante la inminencia del peligro, un dilema de amor. Donde es tan importante lo que se pretende alcanzar como lo que se deja. Y el consuelo de que se muere con el alivio de al verla haber saboreado la gloria de haber encontrado al ser amado y adorable en esta vida. Para culminar diciendo:4. Trovadory héroeMil veces esta memoriaharás que el dolor me acabey tú entre tanto quién sabesi te acordarás de mí.Al salir el sol brillante,al poner sus luces bellasal nacer lunas y estrellasestaré pensando en ti.Y así concluye. Y tal cual lo expresa en el poema se cumplió. Fue fusilado al amanecer y no cabe duda de que la imagen en su mente, y la emoción en su corazón al momento de morir, fue Silvia. Pero antes, al ser capturado el 11 marzo de 1815 en el campo de batalla y no huyendo, cuando cayeron totalmente vencidas las huestes libertarias de Mateo Pumacahua en cuyas filas él luchaba por independizar el Perú, la simpatía que despertaba Mariano Melgar hizo que se le ofreciera un caballo para que huyera.Él mismo cedió el corcel a su ayudante de campo, prefiriendo él morir en la flor de su juventud, quedando así evidente, y de ese modo, que el motivo de enrolarse y desestimar salvar su vida fue el desengaño ante el amor de Silvia, el mismo que fue dejando una estela de leyenda que perdura viva hasta ahora y a través del tiempo.Aún más en Arequipa, en donde los yaravíes que compuso para ella se cantan trémulos y sentidamente en toda fonda y en toda ocasión que se presente en los pueblos más recónditos. Como también se recuerda con fulgores de leyenda su figura alucinada de trovador y héroe con honda emoción y acendrado cariño.5. HalomágicoY es que Mariano Melgar encarna la imagen, el lance y la hazaña nata del trovador, amante leal y ferviente. Hombre valeroso, genial en sus versos y en la música que compusiera, corazón apasionado por todo lo que es bueno, bello y verdadero.Él encarna la imagen del guerrero fabuloso, desafiante e incólume, quien muere izando una bandera incipiente pero que después bajo ese estandarte se reúne y convoca toda una nación.Él encarna la imagen del cantor popular conspicuo e intachable; y la del defensor de lo justo, lo noble y magnánimo. Encarna la imagen del hombre embargado de auténticas pasiones y legítimos principios.Además de virtuoso es el joven bello, arrojado e impetuoso. Henchido de ideales. Quien mira impávido a la muerte en la boca de los fusiles que le han de cegar la vida.Siendo la representación sublime del héroe romántico por excelencia en este suelo y en esta época centelleante. Personifica el halo legendario de la literatura peruana que ha sabido imbuirse de la grandeza de un tiempo y un espacio signado por lo mítico.6. AlmasuyaPero él también personifica el encuentro de un acervo literario ancestral que se venía trasmitiendo por vía oral en la canción popular quechua, fusionándola en su endecha a las formas, aires y cánones de la poesía castellana, rica en matices y que acumula una larga tradición, siendo una de las más representativas de las letras universales.Él integra y junta entonces corrientes anímicas, expresiones estéticas, anhelos históricos. Sintetiza el destino individual como las aspiraciones colectivas más convincentes de los pueblos. Y todo ello entrañablemente ligado a una tierra, a una ciudad venerable que es camino y es posada, porque eso significa Arequipa en la lengua general de los hombres, como es el runa sini.Por eso, ahora cada piedra de los cimientos de cada casa, como de cada columnata, balcón y cenefa de esta ciudad augusta están insuflados de su pálpito, de su aliento y respiración. En cada rincón de Arequipa vibra el nombre de Mariano Melgar, el pulso de su sangre y el hálito de sus sentimientos.A través de su memoria se goza, se sufre y redime. Pervive su emoción patriótica y su efusión henchida de amor en cada melodía que se entona a viva voz, en el rondín o en la guitarra. Y hasta los silencios están colmados del alma suya.7. En cadanuevo serEn toda Arequipa, tanto las espigas de sus campiñas como el tañido de sus campanas, como los umbrales de sus puertas y las celosías de sus ventanales dicen Melgar. Como el sol y la sombra de sus muros vetustos, o la penumbra al final de sus calles están colmados de su espíritu.Es sublime la conjunción de Melgar y Arequipa. Todo trepida Melgar en sus baldosas, espadañas y frisos. En lo humilde como en lo encumbrado; en las nieves del Misti, en la penumbra de las molduras de sus casas como en los torrentes del río Chili que bordea y adora las piedras de sus orillas.Como en los puentes que coronan sus aguas. Todo entona la cadencia de sus canciones y el silencio de sus penas y alegrías. Y es que él veía en lontananza. Y es que supo hacer y decir las cosas como si fueran reveladas. En su mente, en su corazón y en su alma ardía y fulguraba la luz y el calor del fuego sagrado de los inmortales.Fuego que vivifica, redime y transforma en cada nuevo ser que aquí nace. Y en todo fogón y en toda luz que por haber existido Melgar y ser como él ha sido, ya nunca entonces aquí se apagan.
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