Svetlana Aleksándrovna Aleksiévich. Escritora y
periodista bielorrusa en lengua rusa, galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 2015.
Hija de dos maestros, él bielorruso y ella ucraniana, Alieksiyévich nació en el
pueblo de Stanislav –hoy Ivano-Frankivsk– en Ucrania, pero se crio en
Bielorrusia. Estudió periodismo en la Universidad de Minsk desde 1967 y al
graduarse marchó a la ciudad de Biaroza, en el óblast o provincia de Brest,
para trabajar en el periódico y en la escuela local. Durante ese tiempo se
debatió entre la tradición familiar de trabajar en la enseñanza y el
periodismo. Luego trabajó como reportera en la prensa local de Narowla, en el
óblast o provincia de Gómel. Desde sus días de escuela había escrito ya poesía
y artículos para la prensa escolar. También fue periodista de la revista
literaria Neman de Minsk, para la que escribió ensayos, cuentos y reportajes.
El escritor bielorruso Alés Adamóvich la inclinó definitivamente a la
literatura apoyando un nuevo género de escritura que denominó «novela
colectiva», «novela-oratorio», «novela-evidencia», «gente bailando con lobos» y
«coro épico», entre otras fórmulas. En efecto, en sus textos a medio camino
entre la literatura y el periodismo usa la técnica del collage yuxtaponiendo
testimonios individuales, con lo que consigue acercarse más a la sustancia
humana de los acontecimientos. Este estilo lo usó por primera vez en su libro La
guerra no tiene rostro femenino (1983),
en la que, a partir de una serie de entrevistas, aborda el tema de las mujeres
rusas que participaron en la II Guerra Mundial. El estreno de la adaptación
teatral de esta obra en Moscú, en 1985, supuso un gran impulso en la Glásnost o
apertura del régimen soviético iniciada por su dirigente Mijaíl Gorbachov.
En Tsinkovye Málchiki (Los chicos de cinc, 1989) compila un mosaico de testimonios de
madres de soldados rusos que participaron en la Guerra de Afganistán; en
Zacharovannye Smertiu (Cautivados por
la muerte, 1993) ofrece la visión de aquellos que no pudieron sobrevivir
a la idea de la caída del régimen soviético y se suicidaron. Voces de Chernóbil (1997), uno de los pocos libros suyos
traducidos al castellano (2006), expone el heroísmo y sufrimiento de quienes se
sacrificaron en la catástrofe nuclear de Chernóbil. En su última obra, El
tiempo de segunda mano. El final del hombre rojo, publicado a
la vez en alemán y en ruso en 2014, procura hacer un retrato generacional de
todos los que vivieron la dramática caída del utópico estado comunista
soviético.
Su obra es en suma una crónica personal de la historia de
los hombres y mujeres soviéticos y postsoviéticos, a los que entrevistó para
sus narraciones durante los momentos más dramáticos de la historia de su país,
como por ejemplo la II Guerra Mundial, la Guerra de Afganistán, la caída de la
Unión Soviética y el accidente de Chernóbil. Abandonó Bielorrusia en el año
2000 y estuvo viviendo en París, Gotenburgo y Berlín. En 2011 Aleksiévich
volvió a Minsk.
Varios libros suyos han sido publicados en Europa,
Estados Unidos, China, Vietnam e India. Desde 1996 ha recibido numerosos
premios internacionales, como el polaco Ryszard-Kapuściński en 1996, el Premio
Herder en 1999 y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (2013) entre
otros.
En 2015 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura por
'su obra polifónica' que, de acuerdo con el jurado, es 'un monumento al valor y
al sufrimiento en nuestro tiempo'.
En español se ha publicado Voces de Chernóbil, libro
escrito en 1997. Recibió el Premio del Círculo de Críticos de Estados Unidos.
VOCES
DE CHERNÓBIL: Un
libro estremecedor que da voz a las personas que sobrevivieron al desastre de
Chernóbil y que fueron silenciadas y olvidadas por su propio gobierno. “En mitad de la noche oí un ruido. Gritos.
Miré por la ventana. Él me vio: 'Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un
incendio en la central. Vendré pronto'.” El relato de la esposa de
Vasia, un joven bombero, abre este impactante libro sobre las secuelas que la
catástrofe de Chernóbil dejó en personas que lo vivieron y de la manipulación
de la información por parte de las autoridades soviéticas. Este libro está
planteado como si fuera una tragedia griega, con sus coros y unos protagonistas
marcados por un destino fatal que hacen oír sus voces a través de monólogos.
Pero a diferencia de una tragedia griega, en Chernóbil el orden no volverá a
restablecerse: no hay catarsis posible.
«Lo
más justo en la vida es la muerte. Nadie la ha evitado. La tierra da cobijo a
todos: a los buenos y a los malos, a los pecadores. Y no hay más justicia en
este mundo.» – Svetlana Aleksiévich
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