Viernes Literarios

Viernes Literarios
CÉSAR VALLEJO

lunes, 30 de mayo de 2016

CAPULÍ Y SU PERIPLO.- RECORDANDO A ENCINAS.

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA





SANTIAGO DE CHUCO

CAPITAL DE LA POESÍA

Y LA CONCIENCIA SOCIAL



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PUEDEN ESTAR SEGUROS QUE CON EL ALMA

LES ESTARÉ ACOMPAÑANDO


Queridísimos miembros de Capulí:

Sé que hoy, 24 del mes de mayo, comienza la peregrinación de Capulí, Vallejo y su Tierra correspondiente al año 2016. En esta ocasión me gustaría saludar a todos los participantes y darles a conocer mis sentimientos de nostalgia, la misma que sigo guardando desde el año pasado cuando tuve la suerte de poder estar nuevamente con ustedes.
Ha pasado un año volando y el anhelo de estar presente en esa fiesta de la cultura cada vez es más intenso y más vívido. Al recordar cada instante experimentado por cada pueblo que pasamos, las expresiones de cariño y cada rasgo aprendido de la vida y obra de César Vallejo, otra vez me conmuevo.

Quiero también reiterar y reconfirmar mi voluntad de colaborar con la escuelita donde estudió César Vallejo en Santiago de Chuco. Me encantaría entrar en contacto con la dirección de la escuela para saber exactamente cómo y con qué pudiéramos aportar desde aquí algo para los niños santiaguinos. Para ello les solicito su ayuda. (*)

Les deseo otro encuentro enriquecedor, y pueden estar seguros que con el alma les estaré acompañando en todo su itinerario. Me siento muy honrada por haber podido vivir Capulí, aunque este año no me haya sido posible volver.

Les agradezco de nuevo la gentileza. Por favor, transmitan mis saludos muy respetuosos a todos los integrantes de la peregrinación de este año. Reciban un fuerte abrazo,


GABRIELLA MENCZEL

(BUDAPEST, HUNGRÍA)


(*) Señores directores de la Escuela de César Vallejo en Santiago de Chuco: El correo electrónico de Gabriella Menczel es: menczel.gabriella@btk.elte.hu


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30 DE MAYO



HOY

NACE

ENCINAS



FOLIOS

DE LA

UTOPÍA



SER LIBRES

Y

SOLIDARIOS



Danilo Sánchez Lihón



“El más alto cargo

que un ciudadano puede

desempeñar en una democracia

es el de maestro de escuela”

José Antonio Encinas



1. Diamantes
y topacios
José Antonio Encinas Franco, el egregio maestro del Perú, nace el 30 de mayo de 1886, en Puno.
Ciudad asentada a las orillas del Lago Titicaca, que es de donde según la leyenda emerge la pareja mítica de Manco Cápac y Mama Ocllo, con el encargo divino de civilizar a los hombres montaraces y dispersos y fundar un imperio de fábula.
Vinieron a mostrarnos los dones de la naturaleza, la prodigalidad de la vida y la sinfonía de una moral que fue capaz de hacer surgir un reino de prosperidad y bienestar para todos los hombres.
Igual lo asumiría y representaría siglos después José Antonio Encinas, quien naciera en aquella ciudad, de quien José Portugal Catacora escribe:
Durante el día, Puno:
 "...parece un joyel de diamantes y topacios rutilando en un cofre cubierto de terciopelo verde; y durante las noches semeja un nidal de luciérnagas o un haz de estrellas caídas del infinito... Ciudad siempre lavada por el agua de las vertientes o por las brisas lacustres."
2. El centro
de reunión
Aurora Encinas Franco, devota y reverente hermana del insigne maestro, quien enaltece en sus escritos el significado y trascendencia de José Antonio, cofundadora y maestra con él del Colegio Dalton, ha recreado el nacimiento y la época en Puno en que él viviera, dejando escrito:
"Puno era una ciudad pequeña, con sólo dos plazas, tres o cuatro jirones, con poquísimas calles. La única joya arquitectónica era la Catedral, de estilo barroco, que se levanta en una explanada, ofreciendo majestad y belleza.
El parque Pino se encuentra a tres cuadras de la Plaza de Armas. Este lugar es el salón y corazón del pueblo. Aquí se reúne la gente para hacer amistades y cultivar amores.
En las fiestas patronales, en honor a la Virgen de la Candelaria, y en los carnavales, es el centro de reunión, donde se reza y se baila toda una semana."
3. Puno,
a fines del siglo XIX
Y José Luis Ayala, de otro lado, precisa, acerca de Puno en la época en que nació José Antonio Encinas, lo siguiente:
"Puno, a fines del siglo XIX, era una pequeña ciudad con calles empedradas, donde se distinguía claramente la Catedral construida a base de piedra, un poema labrado por manos aymaras; la capilla de San Juan, "para uso exclusivo de los indios"; el local del colegio San Carlos, cuatro tiendas comerciales grandes, la calle Lima y otras adyacentes que conformaban la ciudad...
Había dos centros de reunión social, los clubes de la Sociedad Puneña, que reunía a gamonales, funcionarios del Estado y a comerciantes, y la pastelería París, situada en lo que se llamaba la Casa de Piedra del parque Pino, donde se reunían contertulios generalmente intelectuales, profesores del colegio San Carlos, y quienes normalmente acudían a tomar un café y comprar los periódicos de Lima, La Paz y Buenos Aires."
4. La casa
natal
José Antonio Encinas nace justamente en aquella época descrita y en aquel espacio que albergaba una casa, situada en el Parque Pino que queda en la esquina que forman las calles Lima, N° 172, y Azángaro, casa hecha de adobe y techada de paja.
Se ha referido, asimismo, que en el patio de la casa natal de nuestro preclaro pedagogo:
...se levanta un árbol de eucalipto, el más alto de la ciudad, de tronco grueso, consistente y vertical, de numerosas ramas y amplio follaje, que en días de sol proyecta una amplia sombra...este árbol, (ha sido dicho) simboliza su personalidad, rectilínea como su tronco, amplia como su copaje y consistente como su dignidad moral.
Esta es el domicilio muy bien identificado donde vivió la familia Encinas Franco, en Puno. Sin embargo, hay familiares que sostienen que José Antonio nació en una casa de la calle Lambayeque de dicha ciudad altiplánica, donde vivía la señora Fortunata Franco, abuela de parte de madre del futuro educador.
Sin embargo, Aurora Encinas Franco niega enfáticamente esta versión.
5. Sus primeros
estudios
José Antonio fue el hijo mayor de una ilustre familia puneña, algunos de cuyos miembros habían abrazado la alta misión del magisterio.
Su padre fue don Mariano Encinas, y su madre doña Matilde Franco.
Por el lado materno descendía de Remigio Franco, el honorable y digno Senador que defendió con firmeza los intereses del Perú.
Fueron siete hermanos, en el siguiente orden: José Antonio, Moisés, Enrique, Victoria, María Asunción, Guillermina y Aurora.
Sus estudios primarios y secundarios los realizó en su ciudad natal, donde los inicia en 1894, en la escuela dirigida por don José María Miranda.
Prosigue sus estudios en 1899, ingresando al Colegio Nacional San Carlos, fundado por el Libertador Simón Bolívar a su paso por Puno, en 1826, en los inicios de la república.
Los primeros años de su infancia transcurrieron entre Puno y Acora, ciudades donde su padre ejerce el cargo de Gobernador.
6. Inquebrantable
en sus decisiones
Se cuenta la anécdota lo siguiente:
Que cuando José Antonio cumplió los seis años de edad, sus progenitores decidieron llevarlo de Acora, donde su padre ejercía de autoridad política, a un ambiente más desarrollado como era el de la capital de Puno.
Siendo así, se alistó escrupulosamente el viaje, pero al cruzar la Plaza de Armas del pueblo, el niño se bajó del caballo y se aferró a un poste, manifestando que él no quería dejar su humilde y pequeño pueblo.
Lo curioso es que no hubo razones, promesas, persuasiones que lo hicieran cambiar de parecer. Como también fracasaron los resondros, los jaloneos, los castigos para hacerle cambiar acerca de su terca idea de no abandonar lo que él consideraba su terruño.
El desenlace fue desensillar acémilas, volver a acomodar cuantas cosas habían sido recogidas de las habitaciones, y retomar actividades y asuntos pendientes, sólo porque el niño de seis años era inquebrantable en su decisión de no alejarse de Acora.
7. Desafíos
omnímodos
En primer lugar, su amor por la tierra, es decir, sus afectos irrenunciables a los pueblos y a su gente, por pequeños que sean. Y el otro rasgo que resalta es su voluntad indoblegable, de acero, de granito, o de diamante.
De allí que, después, déspotas y tiranos encontraron en José Antonio Encinas a un irreductible defensor de sus principios y convicciones. En él una de sus máximas de vida, que repetía con frecuencia, era: “No hay la palabra “No puedo” en el diccionario”.
De allí que él todo lo pudo, todo lo forjó su voluntad de acero, todo lo resolvió sobreviviendo a cárceles, destierros y mil catástrofes. Y supo enfrentarse a desafíos omnímodos como las tiranías que le tocó vivir ante las cuales siempre fue irreductible.
Desde muy joven, José Antonio debe asumir el sostenimiento de su familia, trabajando primero como amanuense en el Concejo Municipal y luego como secretario en la Prefectura de Puno.
Y este es un rasgo a resaltar de lo que fue su vida después: un hombre que se erige en protector de su pueblo, en aquel que lo asume y lo defiende y, con sus obras y escritos, en un apuntador y guía de su porvenir.



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