Viernes Literarios

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CÉSAR VALLEJO

miércoles, 12 de abril de 2017

12 DE ABRIL DE 1539 NACIÓ EL INCA GARCILASO DE LA VEGA.

GARCILASO,
EN LA FORJA
DE LA UTOPÍA
ANDINA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Del reinar
al vasallaje
 
Al nacer el Inca Garcilaso de la Vega su padre, el capitán español de la conquista del Perú, Sebastián Gací Lasso de la Vega y Vargas, lo registró con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, en homenaje a ilustres parientes en España que llevaban esos apellidos, uno de ellos su hermano mayor radicado en Montilla, España, adonde después fue a vivir este hijo mayor suyo, nombres que cambió después decepcionado por la actitud desdeñosa de sus parientes, adoptando exactamente el apellido de su padre, solo que anteponiendo el conspicuo de Inca.
Lo hizo porque vivió el trance del derrumbamiento de aquel imperio, con cuyos portentos y proezas se sintió emocionalmente identificado, más aún por el humanismo que le inspiraba nuestra cultura originaria, por su raigambre moral, y por ser el hijo de la bella princesa Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Túpac Yupanqui y prima hermana del Inca Atahualpa.
De allí que escribió su alegato firmando como Inca y basado principalmente en el relato que hacían sus antepasados aborígenes cuando venían al Cuzco y se alojaban en su casa donde las pallas y otros descendientes de los incas revivían en sus conversaciones la memoria del bien perdido siempre acabando su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: "Trocósenos el reinar en vasallaje",testimoniando que “en estas pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y me holgaba de las oír…”
 
2. Una patria
en lontananza
 
Su padre fue el capitán Garcilaso de la Vega, partidario al principio de Diego de Almagro, pero después consta que prestó su caballo en la batalla de las Huarinas al rebelde alzado en armas en contra de la corona española, Gonzalo Pizarro. El capitán Garcilaso posteriormente fue Corregidor y Justicia Mayor de la ciudad imperial del Cuzco.
Por el canal y surco de aquella sangre aventurera, soñadora y mística el hijo historiador está emparentado asimismo con el poeta renacentista Garcilaso de la Vega, aquel que cantara:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
También tiene vínculos de sangre con el afligido y consternado Jorge Manrique, aquel que canta:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.
Como también con el cenceño y afilado Luis de Góngora y Argote, aquel que rima de este modo:
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?
 
3. A boca
llena
 
El Inca Garcilaso de la Vega, nacido al estallido de dos relámpagos, no es menos portento que ellos en el dominio de las letras, a quien reconocieron con asombro como príncipe de los ingenios.
Quien escribió, entre otras obras, su libro cumbre Comentarios Reales de los Incas, que se publicó el año 1609 en Lisboa, hace exactamente 408 años.
Desde entonces dicha obra palpita plena de vigor, de luz e intensidad histórica y anímica, releyéndose fresca y radiante como si hubiera sido escrita ayer.
Configura una realidad desafiante en base a relatos que refieren el desmoronamiento y el ocaso de una organización social y su grandeza, exponiendo razones y sinrazones de su yuxtaposición con la cultura ibérica.
Una segunda parte de este trabajo se dio a conocer después de la muerte del Inca, ocurrida el 23 de abril del año 1616, transido por la pena y añorando su lar natal.
 
4. Ser
mestizo
 
El sentido de la crónica que él escribiera en un lenguaje de exquisita belleza y con sentimiento hondo, dulce y quejoso, es para dejar constancia de la magnanimidad de la cultura incaica.
Pero abriendo el espacio, además, a un mundo nuevo gracias al mestizaje que él asume con identificación absoluta y entrega suprema y total, al decir:
Nos llaman mestizos por decir que somos mezclados de ambas naciones; me lo llamo a boca llena y me honro.
Nuestro cronista murió en el exilio, pleno de nostalgia, por su querencia y devoción por su tierra original, el Cuzco.
Es el primer migrante desde una tierra a la cual anheló volver físicamente y de la cual nunca en verdad se fue anímicamente.
Expiró el último aliento salido de su boca el 23 de abril del año 1616, lleno de orgullo por su raza, cuál es ser mestizo.
 
5. Proyecto
histórico
 
Con su escritura realizó una inmersión plena en el mundo andino, en nuestros ancestros gloriosos, en nuestro pasado legendario y en la grandiosa estructura moral de quienes son nuestros insignes antepasados.
Pero, a la vez, sintiéndose pertenecer a una patria en lontananza y aún sin nombre, el Perú que somos y encarnamos nosotros, aquí y ahora.
Nos legó un mundo en el cual creer, confiar y por el cual luchar. Por eso, es el representante de un vórtice trémulo y ululante en el tiempo, no divorcio sino la juntura del torrente de dos fuentes y canales de sangre.
Personifica e interpreta un drama desgarrador de la historia humana: la mezcla de culturas cuando este hecho se dio con avasallamiento y destrucción, con estupro y violación.
Pero que él reivindica con la palabra que se sobrepone a la sangre abriendo un camino nuevo cuyas consecuencias y las interrogantes que abriera aún no cesan ni tienen solución.
 
6. Todavía
a tientas
 
Es el primer vocero y representante de la utopía andina por reconstruir no como un mundo soñado e irreal, ni mucho menos como escapismo o evasión, sino como un proyecto histórico que fue y se dio.
Y que es lo mejor con lo cual podemos conectar para construir la patria que nos merecemos por provenir de dos culturas de fábula como es la indígena y la hispánica.
 Él encarna el nacimiento de un nuevo mundo, este que no alcanzamos todavía a terminar de definir, pero al cual denominamos todavía a tientas: ¡Perú!
Y cuyo signo quizá sea que siempre esté abierto, convulso y atenido al aporte creador de todos los flujos de sangre. Y, como tal, pendiente de su cabal realización.
Y, pese a los años que cargaban sus hombros, aún confuso y perdido, como lo seguimos estando ahora nosotros, en el meandro o laberinto de lo que es nuestra identidad, supo recuperar lo básico y adherirse a la utopía andina que es nuestro norte reivindicar.
 
7. Cronista
sublime
 
Las siguientes son palabras del Rey Juan Carlos de España, dichas en el Cuzco con ocasión de entregar la urna conteniendo las cenizas del Inca que él mismo trajera, conmovido y reverente:
El Inca Garcilaso de la Vega es la encarnación temprana de ese gran mestizaje y de su primer reflejo en nuestra literatura. Cronista sublime, con su estilo claro y sencillo de gran escritor, abre con broche de oro la aportación americana a la común historia de nuestras letras.
Sus Comentarios Reales, testimonio vivo e inmediato de las grandezas incaicas, contribuyeron al primer esfuerzo por difundir en el viejo continente el conocimiento de una América recién descubierta.
Lo cierto es que Los Comentarios Reales de los Incas y su autor el Inca Garcilaso de la Vega siguen turbándonos hasta ahora con la pregunta inagotable y turbulenta de quiénes somos.
 
Epílogo
tenaz
 
El movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, que realizará entre el 22 y 28 de mayo del presente año, 2017, el XVIII Encuentro Internacional Itinerante y peregrinaje al pueblo natal del poeta César Vallejo, busca concretar la utopía andina que Garcilaso rememora.
Utopía andina no del mundo que vendrá o ha de ser, sino del mundo que ha sido y que aquí alcanzó a concretarse, límpido, matinal y que tenía por eje el bien colectivo.
Utopía andina en que sentados a la mesa desayunemos otra vez juntos todos los hombres de la tierra, cordiales, confiados y radiantes.
Utopía que es el aliciente para luchar, el sueño incansable por un mundo mejor, por relaciones transparentes, generosas y verdaderas.
Utopía de un mundo de cariño, de belleza y de solidaridad.
Utopía de hacernos responsables de la vida universal, como fue precepto, vigencia y práctica cotidiana en el mundo andino ancestral y del cual César Vallejo es luminoso epígono y portaestandarte.
 
 

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