Viernes Literarios

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CÉSAR VALLEJO

lunes, 1 de abril de 2019

EL POETA, NARRADOR Y CRÍTICO LITERARIO RAÚL GÁLVEZ CUÉLLAR, TRATA SOBRE LA NOVELA "CHANCALÍN".






NOVELA "CHANCALÍN"  DE JUAN BENAVENTE

Por Raúl Gálvez  Cuéllar


Esta novela que la tuvo Juanito Benavente (El Hombre del Hielo"), guardada más de treinta años después de haber sido premiada (como lo dice en su Prólogo). fue alentada a publicarse ante una llamada telefónica desde Rusia cuando en fútbol el Perú concurrió al Mundial, nada menos que después de 36 años.

En un libro ágil de comienzo a fin, y en XX Capítulos de escritura lineal y sucesión desplegada, el Autor se consagra como novelista  porque captura al lector desde el inicio con un Texto social-realista-costumbrista, altamente descriptivo en el que sus protagonistas viven mil y una peripecias en los parajes de nuestra Sierra Central y Ceja de Selva. El Narrador muestra impecable estilo literario, en lenguaje directo, a ratos metafórico y subjetivo, mientras que en algunos Capítulos aplica el simultaneismo y el flash-back.

Aprovechando el periodo de las vacaciones escolares, un grupo de amigos adolescentes y vecinos de los barrios populares de Lima, deciden salir en un viaje de aventura a Tarma, Chanchamayo y La Merced, donde presuntamente vivía Augusto Artica, compadre del papá de Fernando -uno de los jóvenes viajeros-.

Seducidos por la edad y por las leyendas de la Selva, como Tarzán, los peligros de la jungla y los de sus frondosas imaginaciones, a los imberbes les costó mucho trabajo convencer a sus padres y obtener el permiso correspondiente.

"CHANCALÍN" es un libro escrito por el Director de los Viernes Literarios, Primera Institución Cultural del Perú donde se han presentado centenares de escritores nacionales y extranjeros, con artistas de otros géneros a lo largo de casi treinta años ininterrumpidos; razón suficiente para calificar este Texto de típicamente peruanista porque nos lleva por la Carretera Central hasta La Oroya, Tarma, Chanchamayo, La Merced y otros pueblos aledaños, cada uno con sus propias características y costumbres. En efecto, Benavente Díaz distingue la usanza de los sombreros, por ejemplo, en San Gerónimo, Concepción, Huancayo, etc etc., detallando que en La Oroya usan sombrero blanco con listón negro (Pag. 24).
Con aguda observación y conocimientos de la psicología femenina, Benavente destaca la elegancia y donaire de nuestras llamas que lucían "preciosos atuendos como campanillas y castañuelas... de estas llamas de caminar garboso... que eran la envidia de tantas fulanas quienes imitan su andar cadencioso" (46).

El largo peregrinaje de los jóvenes aventureros gira en torno a Chancalín cuyo nombre era Mariano Canchari Huamán, con doce años de edad y huérfano de padre y madre, que había sido canjeado por deudas al gamonal a quien servían en el Cusco. Tuvieron que fugar y ..."lograron vivir juntos, muy juntos a duras penas donde como un diamante brillaba el amor que se tenían" (70/71).Chancalín contó que su padre murió en un asiento minero después de tres años de trabajo, y asimismo su madre "...consumida por la honda pena"(71). Fue su padre quien le puso ese sobrenombre porque desde niño fue rebelde como los chancas que otrora enfrentaron a los ejércitos del Inca. Chancalín desde muy tierno ya era un errante experto en los secretos de la tierra y de la naturaleza (99).

Los viajeros al no encontrar en La Merced al compadre del papá de Fernando, se vieron obligados a buscar trabajo para reunir los costos del regreso a Lima, ya que el poco dinero que habían llevado lo gastaron desordenadamente en golosinas y otros objetos. Entonces para no preocupar a sus familias en Lima, les enviaron un telegrama diciéndoles que todo iba bien. Pero la verdad era triste, porque sin dinero dormían en los parques y mercados mientras buscaban trabajo, difícil de conseguir debido a sus apariencias. Finalmente lograron laborar arrancando la mala hierba porque era el tiempo de los lampeadores (48), trabajo que los muchachos aceptaron como una diversión al considerarse "hombres del campo". Por primera vez vieron las lluvias y los relámpagos, acostumbrándose a los riesgos y peligros como el asedio de mosquitos y zancudos, así como enfrentarse con arañas, culebras, murciélagos, lagartijas, hormigas, etc.

Este Libro del Poeta Benavente hay que leerlo dos veces porque es muy entretenido en sus 225 páginas. En el Capítulo XIV nuestro Novelista describe una Fiesta Anual y Patronal, típica de nuestros pueblos del interior, con Mayordomo, juegos, bailes y borracheras tradicionales. Otro segmento de este mismo Apartado, es muy interesante cuando aprovechándose de la miopía de don Alfonso, el comprador de sus plátanos Isaías Fernández altera los pesos que aparecen en la romana, pero su estafa fue descubierta por Fernando.

La novela "CHANCALÍN" me hizo recordar que cuando yo tenía quince años y cursaba el cuarto de secundaria, escapé de mi casa POR EL MISMO ITINERARIO y con pocos soles que me obligaron a dormir por varias noches sobre las tuberías de agua caliente en las Fundiciones de La Oroya donde se juntaban los mendigos. Entonces caminé decenas de kilómetros hasta que conseguí trabajo "tirando lampa y pico" en la Carretera Central, llenando volquetes con arena. Recuerdo como si fuese hoy que una vez los naturales me dijeron " aquicito nomás", y caminé en la noche por la cordillera bajo una persistente nevada desde Morococha hasta Yauli. Al oír esa noche desde lejos los ladridos de perros y divisar una lucecita, me orienté hacia ese punto de luz que era un farol sostenido por gente del lugar muy bondadosa, que hablaban Quechua. Ellos me socorrieron mientras seguía nevando: me sirvieron un rico caldo antes de hacerme dormir sobre los pellejos y me abrigaran con frazadas hasta las 5am en que reanudé mi caminata. Por estas razones, "CHANCALÍN" tiene para mí un doble significado: mi admiración al Gran Escritor y Excelente Amigo Juanito Benavente Díaz; y de otro lado porque recordé mi aventura acaecida hace setenta años.

Volviendo a esta trascendental novela de Juanito, hemos visto que sus actores finalmente lograron reunir el dinero para su retorno a Lima, donde sus padres ya se preocupaban porque terminaban las vacaciones. Las despedidas previas al viaje de regreso fueron muy emotivas, entre lágrimas, abrazos e intercambio de obsequios, donde se pudo observar la riqueza de los recursos literarios del Autor hasta el fin del Contexto, cuya lectura recomiendo sin reservas.


La Molina, Lima, 30 de marzo de 2019

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