Viernes Literarios

Viernes Literarios
CÉSAR VALLEJO

viernes, 15 de enero de 2021

PROGRAMA 1319 DE VIERNES LITERARIOS / 15 DE ENERO DE 2021.- (COVIL)

 

-                 MES DE ANIVERSARIO-

 

30 AÑOS DE LABOR ININTERRUMPIDA…

(1991-ENERO-2021)

LIMA- PERÚ

 

YA VIENE… LA JORNADA 30AÑOSVL

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PROGRAMA 1319 DE VIERNES LITERARIOS /

                         15 ENERO 2021 / 7 p.m. 

 

DESDE EL CENTRO DE OPERACIONES VL (COVIL)

 

I PARTE:

- RECITAL POÉTICO CON

CÉSAR REYES CAMPOS

-LECTURA DE CUENTO CON

 MARIO GUEVARA PAREDES

II PARTE:

PRESENTACIÓN DEL LIBRO:

“ONCE”

DE PATRICIA DEL VALLE

COMENTARIO DE CHARO ARROYO

III PARTE:

HOMENAJE AL ESCRITOR NACIONAL

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

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     CONECTARSE A:  http://viernesliterarios.blogspot.com

 

 

PROGRAMA 1319 DE VIERNES LITERARIOS  

 

15 DE ENERO DE 2021

(CENTRO DE OPERACIONES / COVIL / LIMA-PERÚ)

MCMXCI/MMXXI


EMPEZAMOS CON EL PENSAMIENTO DE LA SEMANA:


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“LA VIDA PUEDE Y DEBE SER UNA ALEGRÍA ININTERRUMPIDA”     

(León Tolstoi)                                                                                                                

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EL RINCÓN DEL RECUERDO...



LIMA, JUNIO 2001, PROGRAMA 357 DE VIERNES LITERARIOS CON LA  PARTICIPACIÓN DE WILFREDO VALENTINO, JESÚS ÁNGEL GARCÍA (+), Y RAFAEL DULANTO Y CISNEROS (+).- AUDITORIO DEL SALÓN IMPERIAL DE LA COOPERATIVA SANTA ELISA.

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INICIAMOS LA GALERÍA 2021…

ORLANDO OCAMPO / 

 

OBRA:

“VIAJE A LIMA”

ARTISTA PLÁSTICO:

IDER HUAYLINOS ROJAS



 

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RECITAL POÉTICO Y LECTURA DE CUENTO

 

 

CÉSAR REYES CAMPOS  (Querecotillo-Sullana- Piura – Perú/ 1946)

 

Sus estudios primarios en la Escuela Prevocacional 1033 de su terruño y los estudios secundarios en la Gran Unidad Escolar Carlos Augusto Salaverry, poeta romántico que influyó su adolescencia.  Estudió Teatro en el Instituto Nacional de Arte Dramático en Lima, Educación, maestría y doctorado en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle de la cual es docente principal.  Ha escrito: Voces, Pez de la noche, Kakofonías para el espejo, Desde tu voz, Vallejo, Tinta de Carabela (Un homenaje a Don Francisco de Quevedo), entre otras. 

 

 

1

César Vallejo

 

 

Fue la piedra pensativa de Santiago,

La luz hecha de sombra y ese arco de triunfo doloroso

Cuando tu madre ofrendaba el pan fresco al ritmo del fogón

Perfumado con los aromas del bosque grande.

Tu casa tenía las puertas con el adiós a flor de las aldabas

Mientras tus ojos miraban el horizonte trunco de tardes

(amuralladas por los andes.

En Trujillo, el grupo Norte, vibraba con las ecofonías de Rubén o Herrera y Reissig, mientras con tu pluma de cóndor rompías para siempre al parnasiano.

Lima fue un círculo dantesco para tus pasos bajo un cielo aprendiz de la lluvia.

Si, acaso, tu rostro pétreo, armonizaba con tus pasos lentos,

Estoy seguro que tus sueños iban tan lejos hacia el mar y fue España y París una cuna migratoria donde nada fue extraño a tu estro de poeta.

Viviste atento a ese año de barbarie que en Guernica sembró la vergüenza

A un país habitado por niños en el centro de la vida.

Frente al Richelieu conociste el amor de Georgette

Quien habría de recrear los arcos de triunfo y del abrazo.

Con los Heraldos rechazados por un insensible señorito diste al mundo Trilce y España aparta de mí este cáliz.

¡Gran lección de amor porque supiste ser hombre y fuiste la envidia de Dios¡

Y en Montparnasse sigues vivo porque llueven las velas y las banderas peruanas que auxilian tus inviernos.

Yo, también, derrame mi vida pensando en ese arcano infinito que es la muerte.

El alma de tu voz sigue vigente, la vida que proclaman después de la muerte es tu palabra inmarcesible y contundente.

Tu verbo cósmico que rueda en las bandas de una carambola de galaxias.

 

2

En la Sinagoga de Santa María La Blanca de Toledo

5 de noviembre de 2016 · Lima ·

En Santa María, La Blanca,
se enredó el tiempo toledano.
Vivieron, sin problemas,

musulmanes, judíos y cristianos,
La estrecha callejuela de Gustavo Adolfo,
el taller solariego del Greco
el Museo de Maccho, son solubles
con el queso manchego paso a paso.
Soledades de piedras y de misterio
escaleras que muerden construidas

en los muros,

rincones de sombra,
en que se anidan los siglos a destajo.
Toledo de todos los lugares
de los caminos con los pies al Tajo
bendita tierra, bendito pueblo

en que echó raíces
tu ciclópea fe de catedrales.

 

 

3

HOY

3 NOV 2017

 

Extraño los relojes en mi casa.

El tiempo no se mide ni se cuenta.

Las paredes de la noche abren sus alas de viento.

El alma ploma de la ciudad se manifiesta en breves llantos de acuarelas.

Hay un Cristo sobre mis hombros que me llora.

Una soledad que abraza en desvaríos.

¿Dónde iremos a parar después de todo?

Dónde los corazones son estanques de aguas quietas y vetustas.

Oídme, bien:

La muerte ensaya con nosotros inútiles responsos metafísicos.

Los días feriados y domingos son los más peligrosos,

no ganaron la fama en la contienda ni la resurrección predicada en las iglesias.

Ahora que estoy con todos mis silencios encendidos,

con todas las voces cautivas en la desesperante afasia

de los trenes, veo las naves en discordias controladas,

los viejos puentes rezando sus maderos,

las húmedas manos acariciando un fuego lastimero,

confirmo con todos mis astros y adivinos

la última marcha hacia lo ignoto

al ritmo de clarines y trompetas,

al ritmo de verdades y falacias

y un ¡Salud¡ con la cicuta de este siglo.

 

4

París

13 MAYO DEL 2017

 

Entre el Louvre y D’Orsay

Las rutas de castaños

Contrastan con los hábitos del cuervo.

Graznido parisien

Pinta de luz hornacinas pobladas todavía,

Y en los portales de la Comedia Francesa

Resuenan voces de la historia escénica aclamada.

Los arcos de todos los triunfos hacen de la ciudad cosmopolita

Una elegante reina del arte y de la ciencia.

La Bastilla, apenas una plaza en memoria,

Golpea todos los sentidos con su historia.

La nave derecha de Notre Dame guarda un vieja oración peruana y bajo sus suelo los restos paganos en un museo de punta.

Los Jardines de las Tullerías completan la plumada con la Eiffel

Y los Campos Elíseos invitan a buscar la banca del poeta.

El apacible Sena llama en sus naves hospedantes y un desfile de puentes engalanan las aguas con el arte y la ciencia de sus constructores.

Por la noche al Moulin Rouge

Al encanto de un arte palpitante,

Ahí las huellas de Toulousse siguen en pie

Con la danza ofídica

En el agua cristalina.

La historia tiene en las calles sus caminos

Con lenguas nacionalizadas en las apotekas, las barberías, los cafés, los mercados, el metro y los tranvías.

Ciudad luz donde la luz no admite sombras.

Vamos rumbo a Monmartre buscando a César

El de los negros heraldos  y las andinas Ritas

El inventor de Trilce

Y de la España invertebrada

Apartando un cáliz con los niños del mundo.

Obeliscos de los faraones testimonian

La fuerza de los Bonaparte

Víctor Hugo vive en sus poemas de fuego

Y Moupossant, Sartre, Ionesco, entre muchos,

Vigilan el color del sol

Y los nuevos genios que nacen sin escalas.

Oh, París, aquí estuvo alguna vez José Eufemio,

Un poeta peruano modernista

Que se inmoló en los rieles del ciego metro,

Aquí estuvieron todos gozando el Parnaso real

De tus esquinas.

 

5

Nuestra casa

7 dic 2015

 

….y….preocúpame…

constatar acaso que,

 nuestra casa, se ha vestido de tristeza.

Que ya no estamos solos para el sueño

Y que el tiempo ha borrado nuestros libros.

Sobre las verdes paredes han germinado espadas de olvido

Cuando los vidrios rotos dejaron caer su última lágrima.

Ha perdido nuestra casa el sol y la apacible sombra

Con que purificábamos el alma.

La lluvia en nuestro techo se multiplica en puñaladas

De insomnio desde la candente fragua en que solíamos forjar nuestra alegría.

Ahora, a la distancia de los días, las tardes y las noches,

Lloramos las estrellas fugitivas

Sin las acotaciones infantiles de nuestros hijos de cristal.

Ahora, otra dimensión nos llama,

Apuramos el paso sobre el potro nocturno del adiós

Hasta alcanzar a los cuatro apocalípticos

Que conocen el atajo.

 

6

 

EL GENIO DE PORTLIHGHT

 

Entre tus dedos, el óleo, un esperma de arcoíris

Iluminando tu lámpara votiva.

Los vesánicos atardeceres ilustraban tus folios con la cera negra de tus heroicos mostachos.

Una guarida ancha, tu casa, que ornamentabas

Con la lluvia y tus palabras.

Figueras supo renacer desde tus noches iluminadas por los yesos vaticanos que a guisa de esplendor sembraste con el puño de tus arrebatos.

Tu casa es una isla de torres con los irónicos cauchos enmudecidos

Por el breve paso de un Roy Roys pinchado para siempre.

Oh, Dalí, epidémico, pandémico endémico,

Patafísico consorte de los sueños

Peón de los colores imposibles

Con Federico, de la mano, andarás por los espacios poniéndole luz a tanta sombra cosmogónica.

 

 

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MARIO GUEVARA PAREDES (Cusco – 1956)

 

Escritor, Guionista y Gestor Cultural. Director de Sieteculebras, revista andina de cultura. Editor de Moment: Une Revue de Photo. Sus cuentos han aparecido en diversas revistas nacionales e internacionales, y ha sido traducido al inglés, alemán, italiano, hebreo, holandés y quechua.

Ha obtenido varias distinciones literarias: Primer Premio de Cuento en los Juegos Florales de la UNSAAC, 1989; Primer Premio del Concurso Regional de Cuento Narciso Aréstegui convocado por el INC, Cusco, 1990; Primer y Tercer Premios del Concurso Nacional de Cuento organizado por el semanario Cambio, Lima, 1990; Finalista del Concurso Nacional de Cuento Breve patrocinado por la ANEA y la revista El Ñandú Desplumado, Lima, 1992; Premio Regional de Cultura 2008, convocado por el INC, Cusco.

Ha publicado El desaparecido (1988); Fuego del Sur: Tres narradores cusqueños (1990); Cazador de gringas & otros cuentos (1995); Usted, nuestra amante italiana (2010), Cuentos cortos (2015); Cuentos de selva alta (2016) y Matar al Negro / 33 cuentos breves (2017).

 Es miembro del Comité Editorial Internacional de las revistas Pedrada Zurda (Ecuador), Mythos (República Dominicana) y Mala Vida (México).

 

 

 

POR SIEMPRE, JAMÁS

 

—Muérete, enana   —dijo el hombre.

Qué le sucede a este imbécil, decirme a mí muérete, enana. Eso me pasa por ser cojuda. Y quién me manda recogerlo de sus constantes borracheras. No crean que soy una pisada, pero este cretino, al que llamo marido, me tiene la vida jodida. Las feministas dirán se lo tiene bien merecido; no se puede ser contemplativa con un borracho y mujeriego incorregible. Tiene razón “Paquita del Barrio” en llamar a estos infelices gusano, animal rastrero, rata de dos colas…

 Pero es la última vez que le permito decirme muérete, enana, y más que lo dijo delante de sus amigotes, los cuales festejaron risueños el agravio, como si lo expresado fuera un tierno cumplido. A sus amigotes de farra me hubiese gustado decirles pedazo de animales, cabrones, hijos de puta… Sin embargo, lo que no saben estos holgazanes es que el que ríe último, ríe mejor…

Y bien que reiré hasta que me duela el alma, porque yo amaba a este bueno para nada. Las apariencias siempre engañan. Cuando lo conocí, siempre atento, siempre oportuno, de buen corazón, siempre regalón, gastaba todo lo que tenía, parecía el hombre ideal. Mi abuela siempre me decía: «Hija mía, no te cases con tacaños porque estos te matarán de hambre». Le seguí el consejo, yo también detesto a los agarrados, mejor dicho, tacaños, porque estos son mezquinos hasta en la cama. Pero lo que ella no sabía —mi querida abuelita— es que elegí al hombre equivocado. Al susodicho, los tragos le gustaban como si fuese ambrosía, y yo, pequeña tonta, no me percaté de sus enfermizos problemas.  Y pensar que todo era felicidad en esa época. Mis amigas comentaron que me había sacado la lotería. «Qué suerte tiene la petiza, consiguió lo que nosotras jamás podremos poseer», expresaron. Sabía que me envidiaban, porque el aludido era un hombre bien parado: alto, moreno y de rasgos agradables. Me dijeron que no lo dejara escapar, porque hombres como este pocas veces se encuentra en la vida. Pero lo que no sabían es que había encontrado una joyita, un diamante pero artificial, porque mi querido marido era solo una piedra sin valor y, para colmo, mal diseñado. Sin embargo, me había enamorado perdidamente de él.

Ahora me revienta de sobremanera que me haya dicho muérete, enana. Bueno, la verdad, seré bajita, pero estoy bien despachada. Las chaparritas siempre somos bonitas. La naturaleza nos compensó con belleza e inteligencia. Aunque por allí digan que somos bien jodidas; dicen que tenemos el hígado cerca del corazón… Esa mentira lo dijo algún despechado que no pudo conquistar a alguna de nuestro gremio. Nosotras somos inigualables. Ningún hombre nos deja. Todas tenemos pareja, y si quisiéramos más maridos, mejor dicho, amantes, los conseguimos al momento por nuestras innatas cualidades. Otra infamia, con la cual quieren estigmatizarnos, es cuando dicen que somos exquisitas, porque no gustamos de los bajitos; la verdad,  no es cuestión de exquisitez sino de compensación.

En fin, después de todo, traje a casa al susodicho. No saben el esfuerzo que hice para que bajara del taxi. Y como le quedaba algo de ecuanimidad, pudo ingresar balanceándose al departamento. Ahora, el muy sinvergüenza duerme como un tierno angelito ocupando toda la cama. Pareciera estar crucificado, ya que tiene los brazos extendidos en forma de cruz. Y de verdad, pronto, tendrá su prometido calvario. Claro que no será crucificado como el rey de los judíos, porque luego dirían que soy una maldita e impúdica sádica. Aunque las feministas estarían de acuerdo con que crucifique al infame este. Pero tendrá un castigo ejemplar, porque me cansaron sus desatinos. Es por ello que haré algo que debí hacer desde el comienzo. No obstante,  mis amigas —que me quieren mucho— afirmarán que únicamente por celos ultimé al mujeriego de mi marido. Mas si supieran la verdad no lo creerían. Al susodicho le he perdonado todas sus infidelidades, pero lo que nunca le perdonaré son sus malditos y desafinados ronquidos que nunca me dejaron dormir.

 Ahora solo me falta decirle duerme, amor mío, duerme, que dentro de poco se apagará el concierto de ronquidos; tendrás profundas convulsiones y abrirás con espanto los ojos, tal vez, pensando en tu mujercita que te quiso a morir, por siempre jamás…

—Enana, déjame dormir —dijo el hombre, y luego de carraspear— puta madre, cómo jode esta petiza; siempre delirando y hablando en voz alta.

 

 

 

 

PATRICIA DEL VALLE  (Arequipa - Perú)

Poeta, narradora, ensayista y arquitecta.  Premiada en el concurso de Poesía Verano Negro (1987) auspiciado por el INC y Foptur, Perú.  Sus poemas han sido trabajados por el taller de literatura de la UNMSM.  Ha frecuentado como aliada de los grupos Hora Zero, La Sagrada Familia, Kloaka, y es miembro de la Generación del 80 en poesía. Ha pertenecido al grupo Alma Matinal y Amigos de Macondo (1990-2000). Formó parte del equipo de edición

de la revista Sol & Niebla (2006-2014) y Colectivo Macondo (2015-2017). En la actualidad asiste al Taller de Narrativa de la Municipalidad de San Borja dirigido por Otilia Navarrete.  Integra el Circulo Andino de Cultura, el grupo COMALA y forma parte activa del Grupo Cultural Experimental Tetra Logos.

Entre sus libros publicados en poesía: Yokasta yo (2005), Soy Otra (2010), Hielo Negro (2014), Músika para sordos (2017) y Travesía Moche (TetraLogos 2018). Narrativa, antologías:  Tengo algo que contarte (2018) y Tallando historias (2019) ambas del taller de Narrativa Municipalidad de San Borja.  ONCE, (2020).

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CHARO ARROYO.- Periodista y poeta, comentó la obra "Once" de Patricia del Valle.-

(video en facebook: Juan Fernando Benavente Díaz)




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HOMENAJE AL ESCRITOR NACIONAL JOSÉ MARÍA ARGUEDAS CON OCASIÓN DEL CX ANIVERSARIO DE SU NATALICIO

 

 

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS



(Andahuaylas, 1911 - Lima, 1969) Escritor y etnólogo peruano, renovador de la literatura de inspiración indigenista y uno de los más destacados narradores peruanos del siglo XX.

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Sus padres fueron el abogado cuzqueño Víctor Manuel Arguedas Arellano, que se desempeñaba como juez en diversos pueblos de la región, y Victoria Altamirano Navarro. En 1917 su padre se casó en segundas nupcias (la madre había muerto tres años antes), y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas. Al poco tiempo el padre fue cesado como juez por razones políticas y hubo de trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de la madrastra y el hijo de ésta, quienes le daban tratamiento de sirviente.

En 1921 se escapó con su hermano Arístides de la opresión del hermanastro. Se refugiaron en la hacienda Viseca, donde vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse en Abancay.

Después de realizar sus estudios secundarios en Ica, Huancayo y Lima, ingresó en 1931 en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima para estudiar literatura. Entre 1932 y 1937 trabajó como auxiliar de la Administración Central de Correos de Lima, pero perdió el puesto al ser apresado por participar en una manifestación estudiantil a favor de la República Española.

Tras permanecer alrededor de un año en la prisión El Sexto, fue nombrado profesor de castellano y geografía en Sicuani, en el departamento de Cuzco, cargo en que descubrió su vocación de etnólogo. En octubre de 1941 fue agregado al Ministerio de Educación para colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Patzcuaro (1942), reasumió su labor de profesor de castellano en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Nuestra Señora de Guadalupe y Mariano Melgar de Lima, hasta que en 1949 fue cesado por considerársele comunista.


En su oficina del Museo de la Cultura Peruana (1960)

En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore en el Ministerio de Educación, para posteriormente ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo ministerio (1950-52). En 1953 fue nombrado Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana, y el mismo año comenzó a publicar la revista Folklore Americano (órgano del Comité Interamericano de Folklore, del que era secretario), la cual dirigió durante diez años.

A este cargo sucedieron el de director de la Casa de la Cultura del Perú (1963-1964) y director del Museo Nacional de Historia (1964-1966), desde los cuales editaría las revistas Cultura y Pueblo e Historia y Cultura. También fue profesor de etnología y quechua en el Instituto Pedagógico Nacional de Varones (1950-53), catedrático del Departamento de Etnología de la Universidad de San Marcos (1958-68) y profesor en la Universidad Nacional Agraria de la Molina desde 1964 hasta su muerte, ocurrida a consecuencia de un balazo que se disparó en la sien y que ocasionaría su fallecimiento cuatro días después. Fue galardonado con el Premio Fomento a la Cultura en las áreas de Ciencias Sociales (1958) y Literatura (1959, 1962) y con el Premio Inca Garcilaso de la Vega (1968).

La obra de José María Arguedas

La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y comprende, además de obras de ficción, diversos trabajos, ensayos y artículos sobre el idioma quechua, la mitología prehispánica, el folclore y la educación popular, entre otros aspectos de la cultura peruana. La circunstancia especial de haberse educado dentro de dos tradiciones culturales, la occidental y la indígena, unido a una delicada sensibilidad, le permitieron comprender y describir como ningún otro intelectual peruano la compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó de una manera desgarradora.

Por otro lado, en Arguedas la labor del literato y la del etnólogo no están nunca totalmente disociadas, e incluso en sus estudios más académicos encontramos el mismo lenguaje lírico que en sus narraciones. Y aunque no era diestro en el manejo de las técnicas narrativas modernas, su literatura (basada especialmente en las descripciones) supo comunicar con gran intensidad la esencia de la cultura y el paisaje andinos.

Arguedas vivió un conflicto profundo entre su amor a la cultura indígena, que deseaba se mantuviera en un estado "puro", y su deseo de redimir al indio de sus condiciones económicas y sociales. Se puede decir que la añoranza a las formas tradicionales de la vida andina hizo que postulara un estatismo social, en abierta contradicción con su adhesión al socialismo. Su obra revela el profundo amor del escritor por la cultura andina peruana, a la que debió su más temprana formación, y representa, sin duda, la cumbre del indigenismo: fue al mismo tiempo un continuador de la mejor narrativa indigenista (Alcides ArguedasJorge Icaza y su compatriota Ciro Alegría) y su más profundo renovador, como también lo fueron, aunque desde otros enfoques, Miguel Ángel AsturiasAlejo Carpenter o Juan Rulfo.

Dos circunstancias ayudan a explicar la estrecha relación de Arguedas con el mundo campesino. En primer término, que naciera en una zona de los Andes que no tenía mayor roce con los estratos occidentalizados; en segundo lugar, que su madrastra lo obligara a permanecer entre los indios tras la muerte de su madre. De esa manera asimiló la lengua quechua, y lo mismo sucedió con las costumbres y los valores éticos y culturales del poblador andino.

Esta precoz experiencia, vivida primero y simbolizada en su escritura por la oposición indios/señores, se vería más tarde reforzada con los estudios antropológicos. Como resultado de esta trama, la vida de Arguedas transcurrió entre dos mundos no sólo distintos, sino además en contienda. De allí surgió su voraz voluntad de interpretar la realidad peruana, la permanente corrección de sus ideas sobre el país y la definición de su obra como la búsqueda de una imagen válida de éste.

Ya desde sus primeros relatos se advierte la problemática que terminaría por presidir toda su escritura: la vida, los azares y los sufrimientos de los indios en las haciendas y aldeas de la sierra del Perú. Allí también se presenta esa escisión esencial de dos grupos, señores e indios, que será una constante en su obra narrativa. El espacio en que se desarrollan sus relatos es limitado, lo que permite a esta oposición social y cultural mostrarse en sus aspectos más dramáticos y dolorosos. El derrotero de Arguedas ya está trazado; aunque en su fuero interno vive intensamente la ambigüedad de pertenecer a dos mundos, su actitud literaria es muy clara, en la medida en que determina una adhesión sin atenuantes al universo de los indígenas, generando dos cauces de expresión que se convertirán en sendos rasgos de estilo: la representación épica y la introspección lírica.


José María Arguedas

Su primer libro reúne tres cuentos con el título de Agua (1935), que describen aspectos de la vida en una aldea de los Andes peruanos. En estos relatos se advierte el primer problema al que se tuvo que enfrentar en su narrativa, que es el de encontrar un lenguaje que permitiera que sus personajes indígenas (monolingües quechuas) se pudieran expresar en idioma español sin que sonara falso. Ello se resolvería de manera adecuada con el empleo de un "lenguaje inventado": sobre una base léxica fundamentalmente española, injerta el ritmo sintáctico del quechua. En Agua los conflictos sociales y culturales del mundo andino se observan a través de los ojos de un niño. El mundo indígena aparece como depositario de valores de solidaridad y ternura, en oposición a la violencia del mundo de los blancos.

Yawar fiesta (1941) plantea un problema de desposesión de tierras que sufren los habitantes de una comunidad. Con esta obra el autor cambia algunas de las reglas de juego de la novela indigenista, al subrayar la dignidad del nativo que ha sabido preservar sus tradiciones a pesar del desprecio de los sectores de poder. Este aspecto triunfal es, de por sí, inusual dentro del canon indigenista, y da la posibilidad de entender el mundo andino como un cuerpo unitario, regido por sus propias leyes, enfrentado al modelo occidentalizado imperante en la costa del Perú.

En Los ríos profundos (1958), José María Arguedas propone la dimensión autobiográfica como clave interpretativa. En esta obra se nos muestra la formación de su protagonista, Ernesto (que recobra el nombre del niño protagonista de algunos de los relatos de Agua), a través de una serie de pruebas decisivas. Su encuentro con la ciudad de Cuzco, la vida en un colegio, su participación en la revuelta de las mujeres indígenas por la sal y el descubrimiento angustioso del sexo son algunas de las etapas a través de las cuales Ernesto define su visión del mundo. El mundo de los indios asume cada vez más connotaciones míticas, erigiéndose como un antídoto contra la brutalidad que tienen las relaciones humanas entre los blancos.


José María Arguedas

La novela siguiente, El Sexto, publicada en 1961, representa un paréntesis con respecto al ciclo andino. "El Sexto" es el nombre de la prisión de Lima donde el escritor fue encarcelado en 1937-1938 por la dictadura de Óscar Benavides. El infierno carcelario es también una metáfora de la violencia que domina toda la sociedad peruana.

Con Todas las sangres, de 1964, Arguedas reanudó, sobre bases más amplias, la representación del mundo andino. Del relato autobiográfico se pasa a un cuadro general que comprende las transformaciones económicas, sociales y culturales que suceden en la sierra peruana. A través de la historia de una familia de grandes latifundistas, el autor afronta las consecuencias del proceso de modernización que avanza sobre un mundo todavía feudal.

Todas las sangres es ciertamente un proyecto narrativo de largo aliento y mucho más ambicioso que los anteriores, pues pretende sopesar todos los modelos que se presentan como alternativos para construir y configurar la sociedad peruana. A ello obedece su estructura coral, en la cual se enfrentan el proyecto capitalista, el orden feudal y un boceto de capitalismo nacional. Pero el autor invalida cada uno de ellos, proponiendo como legítimo un modelo social comunitario que no desdeña, empero, la modernización. Todas las sangres eleva el problema indígena a problema nacional, e incluso le brinda un tinte universal, en la medida en que el conflicto expresado en la novela corresponde ya en ese momento al llamado Tercer Mundo.

 

 La última novela de Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo, que se publicó póstuma en 1971, quedó inacabada por el suicidio del escritor. Los capítulos que consiguió escribir están ambientados en Chimbote, un puerto pesquero del norte que sufre un desarrollo impetuoso y caótico. El autor alterna la representación dramática de los costes humanos de este crecimiento, especialmente la pérdida de identidad cultural de los indios trasplantados a la ciudad, con apuntes de diario, de los cuales emerge la decisión, cada vez más inexorable, de suicidarse.

La imagen literaria de Arguedas se completa con sus Relatos completos, reunidos en 1975, y con importantes investigaciones antropológicas y folclóricas, además de su producción poética en lengua quechua.

 

Fuente: Biografía y Vidas en línea

 

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ESTIMADOS AMIGOS, MUCHAS GRACIAS POR SU FINA ATENCIÓN Y LOS ESPERAMOS EN EL SIGUIENTE PROGRAMA 1320 DE VIERNES LITERARIOS /

22 DE ENERO 2021 / 7 P.M.

REMINISCENCIA “FICO GARCÍA HURTADO”

PARTICIPACIÓN LIBRE CON UNA SEMBLANZA DE NO MÁS DE 10 LÍNEAS DE ESCRITOR DE SU PREFERENCIA. EN ESTA PÁGINA SE ENCUENTRA LA RELACIÓN DE QUIENES EN VIDA PARTICIPARON EN VIERNES LITERARIOS. SALÚDENLO Y/O RECUÉRDENLO CON UN TEXTO APROPIADO.

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