Viernes Literarios

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CÉSAR VALLEJO

jueves, 30 de junio de 2016

POR SUPUESTO QUE VIVE CÉSAR VALLEJO YNFANTES

VIVE CÉSAR VALLEJO YNFANTES

Por Danilo Sánchez Lihón


1. Un pan
a la boca
Don César Vallejo Ynfantes, integrante nato y pleno de Capulí, Vallejo y su Tierra, lamentablemente nos dejó el 27 de junio del año 2012 cuando contaba 84 años de edad.
Pero nos legó una herencia invalorable: el ejemplo de ser un hombre que se desvive por los demás: generoso, pan bueno, desprendido de los bienes materiales.
Él, cuando tenía algún dinero y había un hombre que lo necesitaba se acercaba y lo daba todo.
Su esposa le hacía el reparo:
– Tú eres zonzo, porque ese hombre con el dinero que le has dado y que a nosotros nos hace falta, irá a emborracharse.
– Y, ¿por qué juzgas de ese modo? ¿Cómo sabes que no lo necesita para llevarse un pan de comida a la boca? –Le reclama.
Idéntico era don Néstor, su padre. E igual su hermano César, el poeta.
2. Es
idéntico
Así, el primero se privaba de todo por comprarle al segundo camisas.
Sin embargo, al verle un día en el afán por enjuagar y planchar la única camisa que tenía y venía usando de continuo, le pregunta:
– César, ¿y dónde están las camisas que hace unos días te acabo de comprar? –Y la respuesta es:
–- Las necesitaban Antenor (Orrego), Julio (Esquerre), Eulogio (Garrido). A ellos en verdad les urgía más que a mí, y las repartí.
Es decir, ya las había regalado. Y por completo.
El poeta en realidad se deshacía de todo. Nunca acumuló algo, porque nada consideró suyo. No tuvo un predio, ni un mueble, ni siquiera un objeto propio.
Nada que estimase de su pertenencia. De todo se desprendía. Obsequiaba todo aquello que le daban y que consideraba que era indispensable para los demás.
Idéntico es don César Vallejo Ynfantes.
3. Un nudo
en la garganta
Y, asimismo, como su célebre tío, es sentimental. No puede dejar de llorar cuando recita “Piedra negra sobre una piedra blanca”. Cuando leyó ese poema por primera vez se le estremeció el alma, al sentir la miseria y la orfandad con que vivió aquel ser querido.
Le conmovió el hecho de ¡cómo pudo haber sufrido tanto ese hombre que, además, era su sangre!
Hasta ahora, se le remece el alma al imaginar su orfandad en París, su desamparo, y el rictus infantil, de candor e ingenuidad que esboza cuando dice:
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
De allí que cuando él recita esos versos se le estruja el corazón y al final se le hace un nudo en la garganta. Lo siente como que ello le hubiera ocurrido a su padre o le fuera a ocurrir a su hijo.
4. El amor
colectivo
Quizá otros lo vivan como imágenes y metáforas, como algo que aconteció a un prójimo. Él lo siente como un miembro de su hogar, como que le ocurriera a un ser de su casa, como realmente lo es. Y cada referencia es como un carbón ardiente que lacera su carne.
Es, de otro lado, don César Vallejo Ynfantes, un creyente fervoroso, quien desempeña ahora el cargo de Vicepresidente de la «Legión de María» y se consagra a la edición del Boletín de su parroquia.
Entonces, desde el fondo de su fe sencilla cree que así como Jesús se reencarnó en el medioevo italiano en San Francisco de Asís, lo cual significó un retorno fundamental a las fuentes primigenias de la prédica del maestro del Gólgota, así y del mismo modo cree que en los tiempos modernos Cristo se reencarna en César Vallejo.
Y esto para rescatar el mensaje del amor colectivo, de la solidaridad y de la identificación con los humildes, siendo César Vallejo para él la reencarnación de Cristo en una dimensión social.
5. Baila
huaynos,
Ernesto More dejó escrito que el pasaje más conmovedor que escuchó relatar a César Vallejo fue cuando este le refirió que su anhelo mayor en el mundo fue ser estandartero del Apóstol Santiago el Mayor, en su pueblo natal de Santiago de Chuco.
Por eso ahora en Capulí Vallejo y su Tierra hemos instituido el estandarte Vallejo, que es él, representando a su tío quien lo porta, como estandartero que en las festividades del mes de julio en Santiago de Chuco va con él en la procesión; y que es el único emblema que se ha permitido que desfile delante del estandarte del Apóstol.
Con dicho propósito viajó en contra de todos los pronósticos médicos, a participar en este evento que se realizó en Santiago de Chuco, en el año 2004. Durante el viaje, y a cada vuelta de loma en la subida de la cordillera, le preguntábamos cómo se sentía.
Sonriendo su respuesta era que cada vez se iba sintiendo mejor, hasta el punto de que ahora, cada vez que viaja con nosotros, baila incluso huaynitos, a sus ochentaitantos años de edad. Y en plena Plaza de Armas del pueblo.
6. El porta
estandarte
Desde esa fecha es infaltable en toda actividad que organizamos y cuando de tramontar la cordillera se trata.
Él porta nuestro estandarte. Y escuchemos lo que él refiere:
«Cuando tomé el estandarte en Santiago de Chuco, en el Capulí del 2004, yo iba tan enternecido que las lágrimas inundaban mi rostro que al cegarme la vista trataba de no tropezarme en las piedras.
Felizmente nadie me veía porque disimulaba detrás del pendón. Recorrí la plaza con emoción infinita mezclada de nostalgia por el poeta que no pudo regresar a su tierra, pero era como si yo ahora fuera él.
Sentía que en mí se reencarnaba, porque Santiago de Chuco es mi tierra. Yo me crie en Santiago, aunque no regresaba desde hacía 50 años a él.
Veía en lontananza la cordillera blanca y mi alma trascendía esas nieves eternas hacia la región celestial».
Para quienes militamos en Capulí, Vallejo y su Tierra es un orgullo que el portaestandarte del movimiento sea él.
7. Nunca
mueren
Porque es él quien porta nuestra enseña en toda ocasión en que se valora y releva la obra del autor de los Poemas Humanos. Y es él un ser tierno, con un conocimiento profundo de la vida y el alma humana. Distinguido, fino y de un alma vasta y profunda, tal si fuera un buen y genial poema de su invalorable tío.
Su anhelo a futuro es que cuando muera –le decimos que seres como él nunca morirán– sea enterrado en Santiago de Chuco, al pie de sus abuelos, Francisco de Paula y María de los Santos Mendoza Gurreonero.
De allí que pide que cuando deje este mundo se cave una fosa al pie del lugar santo donde reposan sus abuelos en Santiago de Chuco. Y ello para poder musitar –nos dice– cuando esté dentro, “Los pasos lejanos” pero cambiando así, según es su libertad, capricho y –creo yo– su soberano derecho:
Mi abuelo duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...
si hay algo en él muy cerca, ése ahora soy yo.



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